El teléfono de Ata Abu Madighem no para de sonar.
Pero las llamadas no son para preguntarle cómo está, sino amenazas de muerte.
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"Si te veo, te mato", le grita una voz masculina.
Madighem pertenece a la comunidad árabe beduina de Israel, formada por 200.000 musulmanes. Perdieron 16 vidas en el ataque de Hamás.
Él es el alcalde de Rahat, la principal ciudad beduina en el desierto de Negev.
Los beduinos
"Las llamadas proceden de Cisjordania y de Gaza", me asegura, mientras el móvil suena sin parar en su bolsillo.
Alguien con malas intenciones ha compartido su número de teléfono en las redes sociales.
A veces el alcalde trata de razonar con la persona al otro lado de la línea; y a otros les transmite a gritos su mensaje.
Todo es en vano, ya que acusan a Madighem de entregar combatientes de Hamás a las autoridades israelíes.
"Dicen que ellos (los combatientes de Hamás) fueron asesinados en Rahat. A ninguno de ellos lo asesinaron en Rahat. Todo es mentira", afirma.
La relación entre los beduinos árabes y el gobierno israelí es una fuente de tensión con la comunidad palestina.
Algunos beduinos árabes sirven en el ejército y otras fuerzas de seguridad de Israel, lo que enfurece a algunos palestinos.
Aunque la comunidad también denuncia ser objeto de discriminación por parte de las autoridades israelíes.
Las víctimas del ataque
Siete personas de la zona de Rahat permanecen desaparecidas.
Sus familias creen que fueron llevadas a Gaza y que Hamás los mantiene como rehenes. Declinaron hablar públicamente por temor a que maten a sus parientes secuestrados.
Dham AlZiadna ayudó a transportar algunos de los cuerpos de los muertos para devolvérselos a sus familias.
Afirmó que los ataques no estaban dirigidos específicamente a los árabes beduinos, sino que estos se vieron atrapados allí.
Abdel Rahman AlZiadna, de Rahat, fue asesinado por Hamás mientras acampaba en la costa, a sólo 3 kilómetros de la frontera de Gaza. Tenía 26 años.
Su padre, Aatef, está demasiado afligido para hablar. Fue su hermano quien le dio la noticia.
"Dios te compensará", dijo Adam a su hermano Aatef.
El padre del muchacho "se desplomó", agregó. "¿Cómo puede una persona afrontar un momento como este?"
Yair Golan, un ex comandante de alto rango de las Fuerzas de Defensa de Israel, llegó al lugar para hablar con las familias.
Aseguró que estaba allí para ofrecer sus condolencias, pero su visita se convirtió en un foco de la ira contra las autoridades israelíes.
"Comimos mierda en esta guerra", gritó un hombre. "Hablo en nombre de todos los beduinos. Es una vergüenza para el gobierno y los ministerios".
Atrapados entre ambos bandos
Los árabes beduinos sienten que las muertes en su comunidad no han sido suficientemente reconocidas en las informaciones que se han difundido sobre el ataque de Hamás a Israel.
E históricamente, se ha acusado a las autoridades israelíes de no instalar conexiones de agua y electricidad para los árabes beduinos, especialmente en "aldeas no reconocidas" que, según el gobierno, fueron construidas ilegalmente.
Fuera de esas zonas, la mayor parte de la comunidad vive en localidades de bajos ingresos.
"Este ataque terrorista no distinguió entre árabes, beduinos y judíos", me explica Golan, después de hablar con la familia AlZiadna.
"Mataron a todos", sentencia.
Cuando le pregunto por qué la comunidad estaba tan irritada con las autoridades, respondió que estas necesitan hacer más para mejorar la economía.
"Debemos construir un futuro común", proclamó Golan.
Pero este sueño parece lejano tras el ataque de Hamás.
Otro beduino me confesó que tenía miedo de caminar por la calle y que tiene miedo tanto de los palestinos como de los judíos israelíes.
Desde el ataque, el gobierno de Israel trata de promover la idea de que israelíes y beduinos tienen un enemigo común: Hamás.
Los beduinos, sin embargo, se sienten atrapados entre ambos.