Es uno de los pueblos habitados por seres humanos más antiguos del mundo.
Cuevas, iglesias y tumbas, algunas de 12.000 años de antigüedad, sobreviven en Hasankeyf, un pueblo turco que ha sido parte de Mesopotamia, el Imperio Bizantino y el Otomano, aunque se calcula que surgió mucho antes que todo esto, en la Edad de Bronce.
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Pero su final ha llegado, y no de la mano del cambio climático o del tiempo. Después de décadas planeándolo, y a pesar del rechazo de sus habitantes, ya es una realidad: el gobierno turco comenzará a inundar este asentamiento para convertirlo en una gran presa.
La presa Ilisu es parte de un plan gubernamental diseñado en 1970 que tiene el objetivo de desarrollar el sureste de Turquía con la construcción de una veintena de presas y 19 hidroeléctricas, según informó el Ministro de Industria y Tecnología de ese país euroasiático.
El objetivo, según ha reiterado el gobierno, es enfrentar la desigualdad entre esa parte del país y otras regiones, y al mismo tiempo reducir la dependencia de la importación de energía.
Pero el costo es altísimo. Más de 70.000 personas serán desplazadas, y los tesoros arquitectónicos conservados durante siglos quedarán bajo agua.
¿Quién vive en Hasankeyf?
El gobierno dio como fecha límite octubre, y los habitantes saben que las aguas comenzarán a subir de un momento a otro, por lo que aquellos que han sido beneficiados con la entrega de una casa han comenzado a mudarse al nuevo asentamiento, aunque no todos tuvieron la misma suerte.
El proyecto ha recibido un fuerte rechazo por parte de los habitantes, pero también de arqueólogos, historiadores y defensores del patrimonio cultural que yace en este pueblo a las orillas del Tigris.
El movimiento para detener la construcción de la presa liderado también por ambientalistas obtuvo una efímera victoria cuando las instituciones europeas que iban a pagar el proyecto retiraron sus fondos.
Pero un año después, los bancos turcos pusieron a disposición del gobierno millones de dólares de préstamos y el proyecto siguió adelante.
El desahucio de miles de familias también ha generado gran indignación. Con la etiqueta en Twitter #SaveHasankeyf, varias personas han posteado fotos y videos de la tragedia.
Las protestas contra la construcción de esta presa han llegado también desde otros sitios del país. El niño de 10 años Can Dozdar Aydın viajó desde Estambul con su madre para pedir que no se destruya el pueblo.
La mayor parte de las familias que ahora se quedarán sin hogar son kurdos y árabes cristianos, los primeros severamente discriminados en Turquía y ven la desaparición bajo aguas de su pueblo como una muestra de rechazo.
El gobierno construyó una villa llamada Nueva Hasenkeyf, en una zona más alta, para que las personas vivan, aunque la afluencia de turistas que llegaban para ver uno de los asentamientos humanos más viejos del mundo difícilmente regresará a la nueva versión del pueblo.
Ante las continuas protestas por la pérdida del patrimonio cultural, el gobierno ha gastado grandes sumas de dinero moviendo enormes piezas arquitectónicas a zonas seguras. Entre ellas una tumba del siglo XV y una mezquita.
Algunas estarán en el nuevo pueblo, y otros serán expuestos en un museo. Uno de los mayores atractivos turísticos del pueblo, un alcázar romana seguirá visible por encima del agua, pero otros puntos frecuentemente visitados por turistas quedarán bajo agua.
A pesar del rechazo internacional y de las exigencias de los habitantes, fuentes del gobierno afirman que las aguas comenzarán a inundar Hasankeyf hacia el final del año, y que la presa estará en condiciones de generar energía en febrero de 2020.