Qasem Soleimani forjó su reputación de hombre aguerrido durante los ocho años que duró la sangrienta guerra entre Irán e Irak, en la década de 1980, cuando comandó una de las divisiones del Ejército iraní.
Entonces, entre otras cosas, se hizo conocido por encabezar misiones de reconocimiento dentro del territorio enemigo. Fue nombrado comandante de división cuando aún no había cumplido los 30 años.
Décadas más tarde, se hizo visible por el destacado papel que tuvo durante la reciente guerra contra el autodenominado Estado Islámico en Irak y Siria, tras la cual Teherán ha logrado ampliar su peso y su red de influencias en la región.
En la madrugada de este viernes, Soleimani murió durante un bombardeo de Estados Unidos contra del vehículo en el que se desplazaba cerca del aeropuerto de Bagdad.
El Pentágono confirmó que ejecutó el ataque “por orden del presidente” Donald Trump.
"A dirección del presidente, las Fuerzas Armadas de EE.UU. tomaron una decisiva acción para proteger al personal estadounidense en el exterior matando a Qasem Soleimani", señaló un comunicado del Pentágono.
Las autoridades iraníes han deplorado la muerte de Soleimani, quien ha sido calificado como “mártir” por el líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei, quien declaró tres días de duelo en el país.
Jamenei advirtió además que habrá una dura respuesta para los responsables de su muerte, según informó la agencia oficial iraní Isna.
Pero, ¿quién era Qasem Soleimani?
El brazo armado y oculto
Considerado como un hombre de confianza del ayatolá, a quien reportaba directamente, Soleimani era desde hace más de dos décadas comandante del grupo élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Esa organización es la responsable de las acciones militares encubiertas de las fuerzas iraníes en el extranjero.
Desde esa posición, fue el responsable de los lazos tejidos por Teherán con la milicia libanesa de Hezbolá y con grupos palestinos como Hamás.
A este general iraní se le atribuye haber definido la estrategia que ayudó al presidente Bashar al Asad a cambiar el curso de la guerra contra las fuerzas rebeldes en Siria, al mismo tiempo que tomaba el control de la milicias chiitas en Irak, que recibían apoyo y entrenamiento de Irán.
Además, fue una pieza clave en la guerra contra el autodenominado Estado Islámico (EI) en Irak y Siria ya que la presencia en el terreno de las milicias entrenadas por Irán -a través de las fuerzas comandadas por Soleimani- fue fundamental para la derrota del EI.
Fue justamente en este último conflicto cuando Soleimani -conocido por ser un hombre discreto que tendía a no querer dejarse ver- logró una mayor visibilidad pública.
“Se ha ganado su poder porque trata directamente con las unidades en el terreno. No le atemoriza viajar por Siria e Irak para asegurarse de que las milicias son capaces de enfrentar la amenaza de EI”, le dijo en 2014 a la BBC Hayder al Khoei, del Instituto Real de Asuntos Internacionales.
Soleimani es considerado por muchos como el estratega que fue capaz de aprovechar la oportunidad creada por la invasión angloestadounidense de Irak que derrocó a Saddam Hussein -así como la guerra contra EI en Siria- para expandir la influencia de Teherán en la región en detrimento de los intereses de Estados Unidos.
Adversario y aliado
Pero Soleimani también era visto como el hombre clave en la cooperación que discretamente establecieron Washington y Teherán para derrocar al Talibán en Afganistán en 2001 y para prevenir un mayor deterioro de la situación de seguridad en Irak en 2007.
El ex embajador de EE.UU. en Irak y Afganistán Ryan Crocker recordó en una entrevista con la BBC en 2013 lo crucial del rol que tenía entre bambalinas el general Soleimani.
"Mis interlocutores iraníes dejaron claro que aunque mantenían a la cancillería de su país informada, al final era Soleimani quien tomaba las decisiones", apuntó.
Según Lyse Doucet, corresponsal en jefe de la BBC, Soulemani era el verdadero ministro de relaciones exteriores de Irán cuando se trataba de temas de guerra y paz.
En la guerra de Irak, la fuerza Quds fue la responsable de armar y entrenar a las milicias chiitas que se encargaron de combatir a EI no desde el aire sino sobre el terreno.
En manos de esos grupos, influenciados por Teherán, reposa ahora gran parte de la seguridad y estabilidad de Irak.
Con la muerte de Soleimani se abre entonces una interrogante no solamente sobre cómo usará Irán ahora esa influencia sino además sobre cuán lejos pueden llegar las consecuencias de lo ocurrido.
En un comunicado publicado por la prensa iraní, el ayatolá Jamenei lanzó una fuerte advertencia.
“Los criminales que han manchado sus manos con la sangre del general Soleimani y de otros mártires en el ataque del jueves por la noche deben esperar una dura venganza”, dijo.