El programa Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) fue lanzado por Nicolás Maduro en el 2016. (AFP).
El programa Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) fue lanzado por Nicolás Maduro en el 2016. (AFP).

A tres años de la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), la política pública del régimen de se ha convertido en un símbolo de un sistema totalitario que controla con el hambre el orden público y las tendencias políticas, en medio de un país que padece la malnutrición más grande de América Latina, señalan especialistas.

Las cajas de fueron creadas el 3 de abril del 2016 como una política pública para saciar el hambre de los venezolanos en medio de una situación de emergencia en la que se iba a proporcionar 19 kilos de alimentos distribuidos en 14 tipos.

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La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura asegura que de los 32,8 millones de venezolanos 21,2 millones pasan hambre.

Las cajas contienen productos importados: arroz, azúcar, leche, aceite y granos. Especialistas aseguran que no contienen la cantidad calórica que necesita una persona para alimentarse adecuadamente.

“Se trata de controlar y dominar a la población, no con un sistema democrático sino por vías de la adoctrinación y el hambre”, señaló Francisco Coello, sociólogo y profesor universitario.

Aseguró que el régimen destruyó toda la capacidad productiva y tuvo que acudir a las cajas CLAP, lo que comenzó como una medida para poder saciar el hambre y ahora es un símbolo de un régimen totalitario. “En se está pasando hambre como resultado de las políticas que se han aplicado en los últimos 20 años. En un primer momento respondieron a la incapacidad del régimen, pero ahora es usado como una herramienta de control”, afirmó.

Coello manifestó que “los sistemas totalitarios tratan de vender la idea de que la población vive gracias al Estado”, y por el contrario, los venezolanos deben tener la capacidad de trabajo y de compra para poder adquirir sus propios alimentos.

El sociólogo expresó que la reconstrucción de la sociedad puede ser rápida, una vez que cese el régimen de Maduro y se eliminen las política totalitarias, pero aseguró que el subsidio alimentario del gobierno debe ser mantenido por un tiempo para poder ayudar a la población a que se estabilice.

“Los CLAP son una tortura”

Una conserje de un edificio en una zona popular de Caracas, a la que llamaremos Alejandra Azuaje para proteger su identidad, vive acompañada de un perro y dos gatos. Gana sueldo mínimo y para poder pagar sus gastos busca otros trabajos. Sus manos se ven desgastadas y su cuerpo cansado y flaco, pero siempre consigue en dónde limpiar para complementar sus ingresos.

“Los CLAP son una tortura porque piden el dinero y se demora mucho. Ahorita están viniendo casi vacías” afirmó.

Aseguró que come pocos de los productos de la caja porque le han hecho sentir mal y prefiere darle esa comida a sus animales.

Una política pública para la desigualdad

Edison Arciniega, director ejecutivo de Ciudadanía en Acción, explicó que los CLAP se hicieron como una medida de complementación, no como un suministro central de alimentos, y señaló que una familia debería recibir entre seis y siete cajas para poder alimentarse de manera adecuada: “Estamos ante un esquema de la precariedad y escasez. Es un Estado que está suministrando alimentos para mantener la estabilidad y el orden del país, más allá de satisfacer sus necesidades”.

Desde Ciudadanía en Acción se constató que las zonas donde se entregan las cajas se dividen en cuatro bloques y van desde mayor relevancia para mantener el orden público y la actividad económica, hasta las poblaciones aisladas de las grandes ciudades, estas últimas son las que presentan más problemas para beneficiarse del CLAP.

“Mientras la población se aleja de poder incidir en el orden público, de poder influir en los sistemas de comunicación y generar opinión sobre sus carencias alimentarias, pues menos alimentos se les suministra y tarda más en llegar” enfatizó Arciniega.

Las parroquias que reciben el CLAP de manera preferencial les llega con una periodicidad de 15 días, mientras que las zonas más aisladas y con menos relevancia deben esperar hasta tres meses por la caja.

Arciniega enfatizó que la distribución no es constante porque en una parroquia de 1.000 familias solo se reciben 300 bolsas de alimentos y el resto debe esperar al mes siguiente para recibir su ayuda.

Para poder saciar las necesidad de alimentación en Venezuela se necesita 1.070.000 toneladas métricas, en una dieta de 78 rubros a través de 36,7 kilogramos de alimentos, según cálculos de Arciniega.

“Es necesario solucionar las fallas en el servicio eléctrico debido a que esto paraliza la producción nacional”, señaló.

De no solucionarse los problemas de producción, se tendría que importar de 200 a 400 millones de dólares mensuales en alimentos para la población, subrayó.

Jackeline Benarroch, especialista en política públicas, señaló que las cajas CLAP no cumplen con los requisitos de una política pública eficiente debido a que no tienen un estudio previo de qué necesita la población y cuáles son las zonas más vulnerables del país, por el contrario, se entrega de manera arbitraria según la ideología política.

Una política pública no debe estar segmentada según ideología, debe ser para toda la población que lo requiera, enfatizó.​

Fuente: "El Nacional" de Venezuela, GDA

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