Hasta ahora Jorasán era un nombre desconocido en el mundo, pero que figuraba en los primeros lugares en la lista de preocupaciones terroristas de Estados Unidos en su lucha contra los yihadistas en el Medio Oriente.
Concentrados en iniciar y consolidar los ataques aéreos hacia el Estado Islámico (EI), los estrategas estadounidenses enfocaron parte de los primeros bombardeos en contra de Jorasán, facción de Al Qaeda instalada en Siria y que busca bombardear objetivos occidentales.
En el escenario geopolítico actual, los fundamentalistas antioccidentales se han dividido en dos facciones:
Primera, el EI, instalado en un vasto territorio entre Siria e Iraq, donde pretenden establecer las bases de un califato. Es decir, imponer un Estado desde el cual amplíen su influencia, a través de conquistas territoriales que “limpien” al mundo de los “infieles” que no siguen la sharia, la interpretación más conservadora del islam. Los líderes del EI son ex miembros de la facción iraquí de Al Qaeda y se escindieron porque buscaban su propio protagonismo con una agenda diferente.
Segunda, Al Qaeda, la red terrorista internacional fundada por Osama Bin Laden y cuyo principal objetivo es atacar intereses de Estados Unidos y sus aliados alrededor del mundo.
Aquí encaja Jorasán, célula de Al Qaeda formada en Siria aprovechando la ausencia de autoridad de ese país desde hace más de una década, cuando empezó la guerra civil.
En informaciones conocidas hace apenas unos días, autoridades de Estados Unidos revelaron que Jorasán es liderado por Muhsin al Fadhli, yihadista nacido en Kuwait hace 33 años y que estuvo en el círculo íntimo de Bin Laden en Pakistán y Afganistán, por lo que es seguido por las agencias de inteligencia occidentales desde hace diez años. Al Fadhli, quien posee conexiones con los líderes de Al Qaeda que operan y buscan recursos en Yemen y Arabia Saudí, se instaló en el 2013 en Siria.
Jorasán busca resonancia internacional con golpes a Estados Unidos y sus aliados europeos. Voceros de las agencias de inteligencia en Washington indican que estos yihadistas apuntan a derribar aviones a través de bombas difíciles de detectar en los controles de seguridad de los aeropuertos, como una forma de recuperar la supremacía y el monopolio del que gozó Al Qaeda tras los atentados del 11 de setiembre del 2001.
La amenaza de Jorasán, como la del EI y todas las facciones radicales del Medio Oriente, muestra el odio fundamentalista contra Occidente. Nos preguntamos en esta parte del mundo por qué. Los movimientos islamistas radicales no representan a todo el islam, religión que profesan 1.500 millones de personas en el mundo.
Los radicales surgen como respuesta a algún tipo de imposición y eso ocurrió tras las guerras contra Afganistán e Iraq, hace más de una década. En el caso iraquí, el vacío dejado tras la ofensiva estadounidense que derrocó a Saddam Hussein fue el caldo de cultivo para que los fundamentalistas ganaran adeptos y se organizaran en torno a vacíos de poder que fomenten la lucha de resistencia contra los regímenes que consideran infieles. Jorasán, por lo tanto, evidencia desde Siria la situación de anarquía que domina esta parte del Medio Oriente.