¿Qué marca la diferencia entre el estudiante que disfruta de una clase y aquel que la siente como una aburrida y dura carga de la cual quisiera deshacerse por cualquier medio? Es la capacidad del profesor de inspirar a los alumnos, despertar su motivación interna creando los contextos estimulantes para que el alumno se entusiasme con el quehacer. Al fin y al cabo, el maestro es un tocador del alma de cada alumno, en quien dejará huellas (de todo signo) que muchas veces quedan grabadas en actitudes y valores para toda la vida.
Para ello es fundamental que el alumno encuentre sentido a lo que se le enseña, se entusiasme con ello y quiera aprender más y más. Es lo que le ocurre al estudiante que se apasiona con un deporte, el canto o la guitarra, la música clásica o la ópera, la pintura, el drama, el diseño de ropa o joyas, los insectos, los planetas, escribir poesía o novelas, jugar ajedrez, cocinar, diseñar aplicaciones para celulares, etcétera.
Se imaginarán que profesores como esos no se encuentran a la vuelta de la esquina. Son escasos. Más aun si nadie se ha preocupado por décadas en detectar a los que tienen vocación pedagógica y formarlos para esas tareas.
Ahora aterricemos a la propuesta de Pedro Pablo Kuczynski para que todos los alumnos aprendan música y arte en el colegio (además de inglés y deportes, además de matemáticas, lectura y ciencias para mejorar los puntajes en las pruebas ECE y PISA, además de educación cívica, como quiera que se entienda eso, todas ellas promesas de PPK).
Salta a la vista que el nuevo gobierno no podrá priorizar todo. Asimismo, el área de arte (incluyendo a la música) existe desde hace décadas en el plan de estudios de los últimos currículos nacionales, así como la educación física. No se ha cumplido su aplicación universal por falta de profesores y presupuesto. ¿Habrá ahora? Lo dudo.
Además, ¿qué porcentaje de alumnos que sí llevaron esos cursos egresaron de los colegios apasionados por la música o el arte, dominando algún instrumento o con solvencia en una de las áreas artísticas?
¿Qué hacer entonces con la buena intención de PPK en relación con estas áreas? En primer lugar, entender que el alumno aprende cuando quiere y no cuando el profesor quiere. Y que para ello necesita maestros inspiradores y calificados, capaces de echar gasolina a los motores internos de la motivación de los alumnos en esas áreas. Será imposible hacerlo con maestros improvisados.
Sugiero, entonces, hacer un inventario de qué profesionales calificados e instituciones de las especialidades referidas existen en todas las regiones del Perú, así como maestros de comprobada buena formación y capacidad de comunicación efectiva con los alumnos. Con eso, estimar el número de horas por alumno que en algún momento de su escolaridad podrían ser atendidos adecuadamente.
Así, en lugar de tres horas semanales en todos los grados de todos los colegios (que significa un profesor a tiempo completo por cada ocho aulas, cosa imposible de abarcar en los 100.000 colegios del Perú), concentrarse en algunas horas de experiencias enriquecedoras por alumno, que sirvan de esclarecimiento y filtro para que luego continúen en la actividad los que realmente lo quieren, disfrutan y forjan un talento. En simultáneo, se van invirtiendo esfuerzos y dinero en crear más escuelas de arte y música y potenciar las existentes para incrementar paulatinamente la capacidad de atender a más alumnos.
Todo ello ligado a que las múltiples dimensiones del arte sean consideradas componentes en el tratamiento de los temas de todas las áreas curriculares, sea ciencias, comunicaciones, ciencias sociales o cualquier otra.