Ha fallecido Felipe Osterling Parodi y creo necesario recordar con estas palabras al insigne jurista y legislador, destacado político, profesor de renombre y mejor amigo.
Pocos abogados tuvieron en el siglo XX y principios del XXI el renombre y el prestigio de Osterling. Socio de uno de los principales estudios de Lima, era reconocido por todos como un gran abogado; y de hecho lo fue, en sus más de 60 años de actividad profesional ininterrumpida. Estos méritos llevaron a que el Colegio de Abogados de Lima lo eligiera decano en 1994, cargo que ejerció con lustre y ponderado criterio. Asimismo, presidió la comisión que elaboró el Código Civil de 1984, de plena vigencia en nuestros días.
Político destacadísimo. En 1980, refundó el Ministerio de Justicia en el primer Gabinete del segundo gobierno de don Fernando Belaunde Terry, a quien asesoró con brillantez para que cumpliera su promesa de no dormir una noche en Palacio de Gobierno sin haber devuelto a sus legítimos propietarios los diarios confiscados por la dictadura militar seis años atrás. Sobre su gestión en el ministerio publicó la obra testimonial “En justicia”.
Su prestigio político se acrecentó notablemente y fue elegido senador en 1985, elección que se repitió en 1990, con la más alta votación de la alianza política que integraba su partido, el Partido Popular Cristiano, agrupación en la que desplegó toda su vida política pública de manera invariable. Condición que también tuvieron sus ideales democráticos, lo que le valió el arresto domiciliario por más de una semana luego del golpe de Fujimori en 1992 cuando ostentaba el cargo de presidente del Senado de la República.
En la cátedra universitaria, Felipe fue formador incansable de generaciones de abogados en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Todos lo recordaremos como nuestro querido profesor de Derecho de Obligaciones, cátedra que desempeñó durante más de medio siglo, habiéndose retirado –muy a su pesar– por razones de salud hace algunos meses. Poco después su casa de estudios lo distinguió nombrándolo profesor emérito.
Sus clases eran muy didácticas y entretenidas, con muy buenos ejemplos, de esos que uno como alumno nunca olvida; y es que Osterling sabía combinar muy bien los temas sustantivos con las cuestiones prácticas, ya que su vasta experiencia como abogado le hacía discernir de manera muy sencilla lo importante de lo accesorio, o sea, de aquellas disquisiciones teóricas que nunca ven la luz en la práctica profesional.
Asimismo, Felipe Osterling fue decano de la Facultad de Derecho de la PUCP a principios de los años setenta, en épocas muy difíciles para el país.
En lo personal, tuve el privilegio de haber sido su alumno en 1985 y desde 1993 nos dedicamos a escribir sobre Derecho de Obligaciones. Así, publicamos la primera edición de nuestro tratado sobre la materia (1994-2003), el “Compendio de Derecho de las Obligaciones” (Lima, 2008 y Bogotá, 2014) y la segunda edición del tratado, la misma que fue presentada hace muy pocas semanas, en el último acto público en el que disertó Felipe. Sus obras, sin duda, seguirán dando cátedra por él.
Hablé con Felipe por última vez hace pocos días, ya encontrándose muy mal físicamente, pero conservando la plena lucidez y perspicacia de un hombre cuya inteligencia y sentido del deber y la amistad fueron signos de vida.
Felipe deja una linda familia, formada con su señora Fina Letts y cinco magníficos hijos, varios nietos y hasta bisnietos, quienes –sin duda– lo recordarán siempre, al igual que quienes fuimos sus alumnos y amigos.