Bono demográfico, por Oliver Stark
Bono demográfico, por Oliver Stark
Redacción EC

El Perú es un país con suerte. Entre nuestras principales ventajas comparativas está el ser uno de los grandes centros de recursos genéticos mundiales. Poseemos una gran variedad de especies de plantas domesticadas como la papa, el camote, el maíz, el achiote, la palta; más de 4.400 especies de plantas nativas; 7.000 especies endémicas de flora y fauna; microrregiones únicas como el mar , el bosque seco ecuatorial, el desierto y las lomas de la costa, la puna, las formaciones secas de los valles, bosques de neblina y bosques tropicales entre otras maravillas únicas. En adición a eso hemos sido bendecidos con períodos económicos de bonanza como los del salitre, el guano y el caucho, que, a pesar de haber sido desaprovechados, siguen siendo eso, períodos de bonanza innegables. 

Hoy, sin la debida publicidad y después de más de diez años de crecimiento económico casi ininterrumpido a tasas superiores al 5 por ciento, nos vemos confrontados con otro pedazo de suerte histórica. El bono demográfico. 

Según cifras censales, el período de máxima expansión poblacional en edad de trabajar (de 15 a 59 años) ya es una realidad palpable y comprobada y significa que estamos en proceso de una intensa transformación en la estructura por edades de la población. Otra tendencia importante es que el peso del grupo de menores de 15 años tiende a disminuir (por efecto de la menor cantidad de nacimientos) y el peso del grupo de 15 a 59 años aumenta, mientras que el peso del grupo de 60 y más años aún no es tan alto en números absolutos, aunque crece a tasas mayores que los otros grupos de edad. En ninguna región la población de adultos mayores supera el 10 por ciento, aunque en las de mayor avance en la transición demográfica la trayectoria de este grupo se aproxima a esa proporción. 

Este período de bono demográfico se inició el 2005 y se extenderá, según las proyecciones, al menos por tres décadas y media más. Es decir, un poco más allá del año 2040. En otras palabras, el Perú tiene de ahora en adelante, y por un período no corto, una ventaja competitiva y comparativa y otra oportunidad histórica de atender las demandas y oportunidades que nos otorga este bono demográfico tomando las previsiones en materia de política pública que se requieren para enrumbar de una manera sustentable la educación y el desarrollo de nuestro país. 

Esta ventaja no vino sola, sino empujada por una reducción considerable de la tasa de fecundidad que de manera sorprendente vio bajar el promedio de nacimientos en el Perú de 6,85 niños por peruana el año 1962 a 2,4 el 2012. No queda claro si este positivo cambio se debió a un súbito arranque de conciencia demográfica entre las mujeres del Perú o por algunas medidas políticamente incorrectas y hoy fieramente atacadas de la década de 1990, pero lo concreto es que hoy este hecho se refleja positivamente sobre nuestras posibilidades de desarrollo como nación en vías al Primer Mundo. Hoy esta tendencia tiene implicancias para la economía, la sociedad y, lo que es más importante, la educación. 

La mesa está servida otra vez. No la desaprovechemos.