Estamos a puertas de pasar nuestra segunda Navidad en pandemia. El 2022 lo recibiremos agotados, con la llegada de una nueva variante y con muchas preguntas. Casi hemos olvidado cómo era la vida antes del COVID-19.
Hasta ahora, hay una gran proporción de la población escéptica respecto de las medidas impuestas para el control del virus y es lógico: muchas de ellas fueron sumamente incoherentes. A esto se suma la comunicación deficiente: aún son muchos los que no entienden el comportamiento de los aerosoles y la transmisión del virus, por lo que siguen desinfectando mesas y hasta fumigando.
Con la aparición de la variante ómicron, la incertidumbre ha aumentado. Hay más vacíos que respuestas en cuanto a lo que implica. Ello, a pesar de que tenemos mucha más información al respecto y estamos más equipados (vacunas y pruebas) que hace un año.
Teniendo en cuenta lo anterior, ¿podemos hoy bajar la guardia y eliminar las medidas de control?
La respuesta corta es no. No obstante, tampoco estamos en un punto cero. Para esta Navidad ya varios estamos vacunados y contamos con más disponibilidad de pruebas. Por tal motivo, podemos mantener cierto nivel de normalidad, reunirnos con personas vacunadas, manteniendo una ventilación adecuada, en espacios amplios y evitando aglomeraciones.
Recordemos que las medidas de control no son un “todo o nada”. Tenemos muchas herramientas y seguro iremos relajándolas gradualmente en algún momento.
Actualmente, es difícil imaginar un escenario de “COVID-19 cero”. Y para poder hablar de la ‘convivencia’ con un virus respiratorio, este necesita tener cierto nivel de “inocuidad”, de modo que el virus no afecte severamente a la sociedad y al sistema de salud. Hoy, para muchos expertos, el escenario ideal incluye tener una variante que desplace a las demás, que tenga un impacto clínico de baja severidad, que se convierta en endémica y para la que haya una vacuna que impida la muerte y la hospitalización si uno se llega a contagiar.
¿Es ómicron esa variante? ¿Estamos cerca? Es muy difícil de predecir hoy. La capacidad de transmisión del virus sigue siendo bastante alta comparada con otros virus respiratorios. Y aunque las variantes circulantes produjeran una enfermedad menos severa en adultos, debemos ser prudentes: nuestros niños no están vacunados aún y una gran proporción de la población mundial todavía tiene limitado acceso y baja aceptación a las vacunas.
Tenemos hoy suficientes herramientas para evitar tener que lidiar con medidas de control disruptivas para el funcionamiento de la sociedad (como son el cierre de escuelas, los confinamientos, entre otros). Además, estas medidas extremas, de tener que aplicarse, deben estar respaldadas con evidencia, deben ser de corta duración y tener propósitos claros. Depende de todos mantener niveles de transmisión que nos permitan mantener cierto nivel de normalidad.
Usemos sabiamente las herramientas que tenemos para evitar repuntes e informemos sobre las medidas de control con la mayor evidencia disponible. Esperemos que todo esto haya quedado en el recuerdo para la Navidad del 2022.
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