Una mesa de diálogo aún muy lejana

Francisco Sanz

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¿Ucrania debería firmar una ‘paz injusta’?

Ginevra Baffigo

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Ginevra Baffigo

“La mesa de diálogo y sus sillas siguen estando vacías. Y no parece que los llamados a ocuparla tomen asiento”.

Prácticamente desde que empezó la invasión de a , allá por fines de febrero, una de las preguntas con que eran asediados expertos e internacionalistas era la de cuánto tiempo duraría la guerra. Mucho de análisis, un poco de futurología y un menú variado de respuestas se han sucedido desde entonces.

Con el invierno a la vuelta del próximo soplo de viento helado y estando cada vez más cerca de cumplirse un año de la conflagración entre rusos y ucranianos, la pregunta no ha perdido vigencia, por desgracia. Y, entonces, surge con fuerza otra: la de si es que no ha llegado ya la hora de negociar la paz.

Desde hace un mes, cuando empezó la lluvia de misiles rusos sobre la infraestructura energética ucraniana –que tiene el claro objetivo de minar el ánimo de la población, dejándola a oscuras y sin calefacción en esta época del año–, retomaron también ambas partes el discurso de las negociaciones que pongan fin al conflicto, pero más como una obligación que como un interés real.

Solo así se explica que esta misma semana el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, haya dicho que depende de Kiev poner fin a la guerra: “Puede terminar mañana mismo, si [Volodimir Zelenski, mandatario de Ucrania] así lo desea”, dijo con una sonrisa de medio lado que esconde más cinismo que realismo.

Realismo que también le falta a los cinco requisitos o condiciones puestos por Zelenski a Moscú a principios de noviembre para entablar diálogos de paz; entre ellos, la restauración de la integridad territorial, el pago de todos los daños causados por la guerra y la garantía de que esto no volverá a ocurrir. Por maximalistas, ciertamente difíciles de cumplir.

También EE.UU., principal aliado del estado invadido, le viene dando más vueltas al asunto. Y, espinoso como es, no encuentra consenso. Tenemos así al general Mark Milley, el militar de mayor rango del país, como uno de los partidarios de la negociación luego de que Ucrania consiguiera algunos éxitos en el campo de batalla.

El jefe del Estado Mayor Conjunto Estadounidense ha trazado un paralelo de la situación actual en el este de Europa con la que se vivía hace poco más de un siglo en el Viejo Continente, durante la Primera Guerra Mundial, recordando que se llegó a un punto muerto entre ambos bandos en cierto momento y que no se aprovechó para conversar, lo que derivó en tres años más de combates y un impactante balance de entre 17 y 18 millones de muertes.

Pero ni el presidente estadounidense Joe Biden, ni su asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, comparten tal punto de vista y ya la Casa Blanca se ha apresurado en aclarar que no está presionando a Ucrania para sentarse a dialogar.

Por ahora, esa mesa de diálogo y sus sillas se siguen viendo vacías y, lamentablemente, no parece que en el corto plazo los llamados a ocuparla tomen asiento para poner las cartas sobre el tablero.