"Los congresistas todavía pueden mejorar su imagen y legado, de lo contrario quedará registro de su inacción y se lo recordaremos la próxima vez que pidan nuestro voto". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"Los congresistas todavía pueden mejorar su imagen y legado, de lo contrario quedará registro de su inacción y se lo recordaremos la próxima vez que pidan nuestro voto". (Ilustración: Giovanni Tazza)
José Incio

Nuestro Congreso, a pocos meses de instalado, se ha ganado a pulso la desaprobación de la mayoría de ciudadanos. Su aprobación está cerca del 20%, no lejos del punto más bajo del Parlamento disuelto (11%). Los congresistas electos en enero tenían una oportunidad de oro para conectar con una ciudadanía que necesita señales de estar representada y de que nuestra élite política puede dar la talla. Tanto así que a inicios de su periodo, en mayo, llegaron a tener más de 50% de aprobación. Entre otras cosas, los nuevos congresistas tenían que proteger la reforma judicial y política, evitar blindajes y confrontaciones innecesarias. Hasta ahora su legado es: leyes declaradas inconstitucionales, petardeo de la reforma política y blindajes a congresistas con denuncias constitucionales o para quienes el Poder Judicial pidió el levantamiento de su inmunidad parlamentaria. Si bien no son todos, cabe preguntarse: ¿Por qué los congresistas toman tan malas decisiones para el país o para sus propias carreras políticas?

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