Pablo Roca

En el se confía cada vez menos y se rechaza cada vez más a las autoridades. En este escenario en el que es inevitable que la ciudadanía exija cada vez más, toca gobernar cada vez mejor. Despreciar el conocimiento técnico nos aleja del rumbo correcto. Necesitamos buena ciencia para hacer buena política, y así dejar atrás el plagio (que incluye ahora el ChatGPT), para incorporar el análisis técnico con honestidad intelectual. Y claro que es posible usar la IA de forma adecuada, pero hacerlo exige rigor metodológico, técnico y decisión política.

Los peruanos despreciamos una que deliberadamente desprecia todo análisis y conclusión técnica que podría servir al bien común. Una adecuada selección de técnicas o herramientas metodológicas de diferentes disciplinas podría conducir a mejores resultados. Las naciones prósperas basan el desarrollo en instituciones que promueven la innovación, la creatividad y fomentan la investigación científica. El Congreso hoy hace caso omiso de toda evidencia que no se alinea a intereses patrimonialistas y cortoplacistas.

Si bien esto es claro, la duda recae en cómo elevar el nivel del debate y dar un mejor uso a la evidencia y a los avances científicos en la toma de decisiones. El ministro de Economía ha indicado que le gustaría ver investigaciones que sirvan a la gente. Más allá de avanzar en el financiamiento y fomento a la investigación en áreas estratégicas claves, si queremos que no se limiten a acrecentar el acervo de bibliotecas, sus principales lectores deben ser legisladores y tomadores de decisiones que revisen las recomendaciones de política críticamente y las pongan en práctica.

Sugiero trabajar en tres frentes. En campaña, exijamos un claro compromiso de organizaciones y candidatos con el uso de la evidencia y las investigaciones en el diseño de sus propuestas de políticas. Comprometerlos para que utilicen lo mejor del conocimiento técnico y científico disponible. Para tener un compromiso creíble, habría que mirar si anteriormente han tomado seriamente este asunto. En segunda instancia, reformar la carrera del servicio parlamentario para asegurar allí que asesores, secretarios técnicos y personal clave de comisiones sean profesionales con experiencia y trayectoria relevante. ¿Cuándo fue la última vez que hubo un concurso público de méritos abierto y transparente para acceder a puestos en este Congreso?

Finalmente, exijamos calidad antes que cantidad. En el 2026 tendremos muchos candidatos, ¿es realmente esto algo bueno? Lo mismo nos ocurre con las universidades. Apuntemos a elevar la calidad antes que solo a aumentar la cantidad. Quizás alguna vez tuvimos mejores políticas sin tener los mejores políticos. Necesitamos hoy seleccionar mejor ambas caras de la moneda: seleccionemos mejores políticos para asegurar mejores políticas.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Pablo Roca es politólogo y magíster en Gestión y Políticas Públicas