El sorprendente resultado del plebiscito colombiano es uno de los casos de consultas populares que influirá en el destino de esa nación, pero que también produce tensión a nivel mundial. Al pueblo se le preguntó si estaba de acuerdo con la paz, y la mayoría dijo que no (50,2%). Un 49,8%, sin embargo, se pronunció por el sí. La diferencia es mínima. Se trata de esas consultas populares –sea en la modalidad de referéndum o plebiscito– que muchos podrían llamar un empate técnico.
Como han señalado quienes desde su inicio siguieron el proceso, no es que el pueblo esté en contra de la paz en sí misma, sino de algunos términos del acuerdo, que a su entender favorecen en demasía a las FARC. También se ha afirmado que estos resultados expresan cuán distantes están las élites de las masas, porque las primeras no han sabido o no han podido interpretar ni comprender el deseo de millones de colombianos sobre el tema.
Finalmente, el plebiscito ha influido para que se continúe conversando sobre la paz con la finalidad de encontrar mejores términos. Líderes con posiciones distintas sobre su contenido, como Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe, se reunieron a conversar.
Quizás la mejor definición de este momento sea la de Andrés Pastrana, quien afirmó en una entrevista publicada en este Diario que “el acuerdo estaba presupuestado sobre la condición de ganar el plebiscito, quedó en embrión”. En otros términos, la sociedad colombiana y su dirigencia política quedaron impactados y no tienen otra salida sino lograr un acuerdo nacional satisfactorio.
Unos meses antes de esta consulta se hizo el referéndum inglés más conocido como ‘brexit’. En este caso, la mayoría de votantes decidió salir de la Unión Europea, probablemente el proyecto de integración entre naciones más importante del siglo XX y del presente.
En realidad, los ingleses, que siempre en materia de integración tuvieron un pie en Calais y el otro en Dover, nunca estuvieron convencidos en una unidad total. Por ejemplo, su moneda siguió siendo la libra esterlina en lugar del euro. Para ir a Inglaterra, cuando ya estaba en la Unión Europea, había que sacar una visa. Eso lo comprobé en el 2005 cuando decidí viajar de París a Londres y atravesar el túnel franco-británico del Canal de la Mancha. Como decir “near but not too much”. Ahora los ingleses hacen los preparativos de su retiro, el que se activará en marzo del 2017. Para mí, grave error esta salida inglesa de la Unión Europea.
Pero, así como estas dos consultas impactaron a sus respectivos pueblos y al mundo, no son los únicos casos. Podemos mencionar, por ejemplo, el referéndum italiano del 2 de junio de 1946 que determinó la forma de gobierno, pasando de monarquía a república. También las consultas francesas sobre la independencia de Argelia y sobre la Constitución europea que impactaron fuertemente al país galo; además otro sobre la regionalización y reforma del Senado, que terminó con la renuncia de Charles de Gaulle en 1969. Asimismo, no podemos dejar de mencionar el plebiscito chileno que determinó la salida del tirano Pinochet. Igualmente, el referéndum –probablemente el más grande del mundo por la cantidad de personas que votaron– que definió la disolución de la ex Unión Soviética.
Bastan estos ejemplos, pero hay muchos más que impactaron en el destino de los pueblos, e incluso hasta lograron cambiar la forma de gobierno (como fue el caso en Italia y Chile) o lograr la independencia de un país (como sucedió con Argelia).
Imagínese usted ahora en la era del Internet, ¿qué pasaría si las Naciones Unidas sometieran a consulta popular, a escala mundial, una de sus resoluciones? Después de todo, el destino de la humanidad no es un asunto de las élites mundiales, también puede estar en nuestras manos.