Las AFP y su anexo, la SBS, presentaron las nuevas tablas de “inmortalidad”, con una esperanza de vida mayor, absolutamente sesgada y de desconocida procedencia técnica. Esta medida se traducirá en pensiones aun más pequeñas. En realidad, las tablas han tenido siempre este propósito: que las compañías de seguros paguen menos pensiones.
Esto ocurre a pocos días de la pérdida monumental en las inversiones de las AFP. De hecho, la Bolsa de Valores de Lima ha perdido 35% en dólares en lo que va del año.
Frente al futuro sombrío, las AFP no tendrían la capacidad de seguir pagando las actuales pensiones que, de por sí, ya son bajas, si no se prolonga esta tabla; de lo contrario, hasta podrían quebrar, según un alto funcionario de la SBS.
Esta decisión escandalosa pone en evidencia que quien invierte el dinero de los afiliados no puede ser el mismo que paga las pensiones, pues tiene un incentivo perverso para entregar menos dinero. Además, en ningún escenario, las compañías de seguros deberían quedarse con el remanente de las rentas vitalicias. No es casualidad que quien haya salido a defender esta medida haya sido el superintendente adjunto de seguros de la SBS; ello evidencia que lo que está en juego es el dinero que se queda en poder de las compañías de seguros a través de las rentas vitalicias.
La sospecha en Chile es que bajo la modalidad de jubilación mediante rentas vitalicias existe un esquema tipo Ponzi, CLAE o simplemente un carrusel. Para salir de dudas, la SBS debería hacer público el monto de dinero pagado por los afiliados al Sistema Privado de Pensiones (SPP) en forma de primas de seguros, el monto de dinero desembolsado por las AFP a las compañías de seguros para el pago de las rentas vitalicias, el monto de dinero pagado por las compañías de seguros a los pensionistas en forma de rentas vitalicias y el monto de dinero y porcentaje del saldo que quedó en las compañías de seguros tras la muerte de los pensionistas que recibían rentas vitalicias.
Desde 1995, las AFP han sacado a los afiliados S/.13.212 millones en comisiones y las compañías de seguros alrededor de S/.10.209 millones en primas. Hemos pagado más de S/.23.000 millones por estos servicios, ¿a cambio de qué?
En definitiva, entre 1995 y el 2015, la relación ingresos-patrimonio de las AFP ha sido, en promedio, de 136% anual. La rentabilidad real del afiliado ha sido de 7% anual, pero descontando comisiones sería de 4,5%, menor que un depósito a plazo. Las AFP pueden arriesgar todo nuestro dinero, perder sin límites, y ellos nunca dejarán de ganar. El encaje es ridículo.
Frente a las malas inversiones de las AFP, ahora se quiere que aportemos más o que trabajemos más. Es decir lo mismo de siempre: los afiliados, sin ningún tipo de participación en las decisiones, terminarán pagando más por los errores de otros.
Las AFP dicen que las pérdidas son temporales, pero no lo son para los que se jubilan en esas épocas. ¿Cuántas “pérdidas temporales” hemos sufrido en los últimos años? ¿Cuántos jubilados han sido afectados por ellas? ¿Así quieren más dinero? ¿Para que lo vuelvan a perder? ¿Por qué no se crean cuentas bancarias previsionales? ¿Por qué no se da soberanía al afiliado para que decida cómo, cuándo y con cuánto quiere jubilarse? A este paso, el Perú se dirige, irremediablemente, hacia al subsidio masivo por parte del Estado del Sistema Privado de Pensiones. ¡Qué contradicción!