Esta semana, la Organización Mundial de la Salud y Unicef, junto con la Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño y la Red de Acción por el Desarrollo en la Primera Infancia, presentaron el Marco para el Cuidado Sensible y Cariñoso en la 71a Asamblea Mundial de la Salud organizada en Ginebra. Es una hoja de ruta que detalla las condiciones necesarias para que las niñas y los niños crezcan bien, estén saludables y protegidos, y aprendan de manera activa y confiada sobre las otras personas y sobre el mundo. Para lograr este desarrollo sano y pleno, se debe actuar articulada e integralmente sobre salud, nutrición, atención receptiva, seguridad y protección, y aprendizaje temprano, y tomar en cuenta la perentoriedad de asegurar que ninguna niña o niño sea dejado atrás.
El Perú ha avanzado progresivamente en la construcción del entorno para el cuidado sensible y cariñoso. Se cuenta con una política de desarrollo e inclusión social basada en el ciclo de vida y con lineamientos específicos para el desarrollo infantil temprano. Existen por lo menos cuatro programas estratégicos que aseguran la predictibilidad del presupuesto para la primera infancia: Articulado Nutricional, Materno-Neonatal, Juntos y Cuna Más. Estos, junto con la decisión política al más alto nivel y un enfoque integral de políticas, contribuyeron, por ejemplo, a reducciones significativas en la desnutrición crónica y la mortalidad infantil entre el 2004 y el 2016, que son reconocidas internacionalmente.
Por otro lado, la evaluación del programa Juntos muestra que este garantizó un nivel de consumo mínimo y contribuyó a cerrar las brechas en el acceso a la salud de gestantes, niñas y niños pequeños de los hogares rurales más pobres. La evaluación de las dos modalidades de atención de Cuna Más –las visitas domiciliaras semanales a hogares y el servicio de cuidado diurno en sus locales– evidencia que, si bien hay que mejorar el programa, hay resultados positivos en aspectos del desarrollo infantil temprano. Asimismo, desde este año la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar incluirá una medición de desarrollo infantil temprano. En otras palabras, las bases están cimentadas para continuar el proceso de construcción e implementación.
¿A qué debemos prestar especial atención en ese proceso? En primer lugar, debe haber integralidad en las intervenciones. Si enfocamos toda nuestra atención y financiamiento en la nutrición, probablemente logremos resultados necesarios en la reducción de la anemia infantil, pero ello no garantizará sostenibilidad ni el desarrollo pleno de las personas. Se debe abordar integralmente la salud, la nutrición, la atención receptiva, la seguridad y protección (que incluyen la prevención y atención de todo tipo de violencia y las condiciones de habitabilidad y acceso a agua segura y servicios de saneamiento) y el aprendizaje temprano.
En segundo lugar, al rol crucial de las madres y los padres, las y los cuidadores y las familias, y a la necesidad de trabajar con ellas y desde ellas para asegurar que los niños y las niñas tengan las condiciones necesarias para desarrollarse como deben.
En tercer lugar, a la articulación que garantice estándares y homogeneidad debidos para que los niños y las niñas, sus familias y sus cuidadores/as reciban lo que tienen que recibir. En el 2017 el sector público atendió a 111 niños y niñas de 0 a 3 años en los Centros de Atención Residencial del Inabif; a 91.245 en cunas, cunas jardín y Pronei–Ciclo I; y a cerca de 160.000 en las dos modalidades de Cuna Más; cada una de estas instituciones tiene su propio enfoque, estándares y capacidades diferenciadas.
En cuarto lugar, a la escala. El marco presentado esta semana propone identificar la plataforma de alcance más universal, y prestar a través de ella los servicios de todos los programas pertinentes.
En quinto lugar, y especialmente en un país de gran desigualdad como este, a la consideración de las necesidades específicas en términos de género e interculturalidad, así como las de los niños y niñas con discapacidad.
Invertir en la primera infancia es una de las decisiones más efectivas y eficientes para erradicar la pobreza y construir el bienestar y la prosperidad de personas y países. La ciencia lo demuestra. En esta etapa, el cerebro se desarrolla a gran velocidad y es más susceptible a las buenas intervenciones y a los riesgos de las malas. No aprovechar adecuadamente esta primera ventana de oportunidad implica limitar a las personas en su potencial de desarrollo y en el ejercicio pleno de sus derechos, y limitar a las comunidades en sus aspiraciones de desarrollo económico sostenible. El Estado, garante de derechos, tiene el deber de hacerlo a tiempo y hacerlo bien.