Hoy, 4 de junio, es el Día de la Cultura Afroperuana, una fecha que, en muchos casos, pasa desapercibida o cuya celebración se limita al espectáculo y no a una exploración más profunda de las problemáticas que afectan a las personas afroperuanas en este territorio.
Tener una fecha específica para conmemorar los aportes del pueblo afroperuano responde a la necesidad de contar con políticas de reconocimiento que pongan en valor la identidad, cultura e historia de un grupo de la población comúnmente invisibilizado; pero que, además, pongan en la discusión pública los problemas que les afectan y la necesidad de trabajar como país para reducir las brechas que impiden su desarrollo.
De allí se deriva la necesidad de contar con políticas públicas específicas que se centren en atender las necesidades específicas del pueblo afroperuano y que garanticen el ejercicio de sus derechos. Este trabajo se ha venido haciendo desde hace varias décadas y ha tenido, hace unos días, uno de sus hitos más importantes: la aprobación de la Política Nacional del Pueblo Afroperuano, un instrumento de gestión pública proyectado hacia el 2030 que tiene como objetivo prioritario mejorar las condiciones de vida y la participación ciudadana de las más de 800 mil personas que se identifican como afroperuanas.
La Política Nacional del Pueblo Afroperuano indica, en su introducción, que “el pueblo afroperuano forma parte indispensable de la sociedad peruana”. Este enunciado, que puede sonar obvio y por ratos hasta lógico, es potente en tanto que representa aquello que se da por sentado, pero que para el pueblo afroperuano sigue siendo un pedido aún hoy: la posibilidad de ser visto, reconocido y atendido. Por el contrario, el pueblo afroperuano representa la expresión máxima del racismo estructural: la negación sistemática de su propia existencia.
En una fecha como esta nos toca reconocer la afroperuanidad como un componente indispensable en lo que conocemos como el Perú, pero también entender que no podemos limitarnos a celebrar la cultura afroperuana y las expresiones del patrimonio cultural afroperuano que hoy compartimos como nación y al mismo tiempo olvidar que las personas afroperuanas sufren aún las consecuencias de las desigualdades estructurales causadas por el racismo que hasta hoy impacta en sus posibilidades de desarrollo y en el ejercicio de una ciudadanía plena.