"Necesitamos dejar atrás aquellos discursos que, lejos de alentar a que las mujeres sean independientes y se desempeñen en trabajos libres de estereotipos de género, perpetúan una visión donde solo deben estar abocadas al cuidado del hogar". (Foto: Referencial GEC)
"Necesitamos dejar atrás aquellos discursos que, lejos de alentar a que las mujeres sean independientes y se desempeñen en trabajos libres de estereotipos de género, perpetúan una visión donde solo deben estar abocadas al cuidado del hogar". (Foto: Referencial GEC)
María del Carmen Sacasa

Hace 65 años, las en el Perú no tenían derecho a votar ni a decidir sobre su futuro. Hoy, más de 12 millones votan, pero ¿realmente pueden decidir? A lo largo de estas seis décadas, la lucha de las mujeres ha sido incansable en la conquista de sus derechos y se han logrado notables avances. Cada vez hay más leyes y políticas encaminadas a eliminar las diversas desigualdades que enfrentan, pero aún falta mucho para forjar un futuro realmente igualitario.

Las cifras hablan por sí solas. Hoy, las niñas y adolescentes, principalmente de las áreas rurales y pobres, tienen mayor probabilidad de abandonar el sistema educativo que los niños y adolescentes, a causa de los roles de género y la falta de apoyo emocional. Las mujeres, además, cargan con 23 horas más que los hombres en actividades no remuneradas por semana y ganan 29,6% menos en promedio que los hombres por el mismo trabajo. Y, por si fuera poco, 7 de cada 10 peruanas sufren acoso sexual en las calles. A pesar de los avances con la aprobación de la ley de paridad y alternancia, las mujeres seguimos representando menos del 25% en el Congreso de la República.

Cada vez más mujeres son electas y representan los intereses de las mujeres. Cada vez más mujeres se encargarán de poner sobre la mesa propuestas y planes que eliminen las barreras de género a fin de lograr un trato igualitario a sus pares hombres. Por eso, el 8 de marzo, y a puertas de las generales, desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzamos la campaña “Vota por ti, vota por todas”, invitando a ejercer un voto por la igualdad de género. Un voto donde todas y todos como colectividad nos comprometamos a seguir cambiando la historia para que nuestras jóvenes y niñas, en toda su diversidad, puedan vivir en un país más justo e igualitario.

Las desigualdades que nos afectan a las mujeres se acentúan en cinco ámbitos: derecho a una vida sin violencia, derechos económicos y laborales, derecho a la salud sexual y reproductiva, derechos sociales como la educación, y derechos políticos y civiles. Pero estas disparidades varían y se agravan según la diversidad de nuestras identidades y la intersección de estas. En el país, lamentablemente, no es lo mismo ser una mujer del campo, indígena y LGBTQ, que una mujer caucásica heterosexual en la capital.

Haciendo un recuento histórico sobre aquellos derechos, leyes y políticas que se han logrado a la fecha, detectamos aún brechas que obstaculizan el desarrollo pleno de las mujeres. Por ejemplo, en 1908 se aprobó la ley que permitió el ingreso de las mujeres a las universidades; sin embargo, hoy las adolescentes deben hacer frente a la sobrecarga doméstica y laboral y a roles de género para concluir la educación básica y participar en la educación superior. En 1955, se reconoció el derecho al voto de las mujeres y se las consideró ciudadanas; sin embargo, hoy muchas peruanas expresan la necesidad de una ley contra el acoso político para proteger su derecho de participación política. En 2007, se aprobó la ley de igualdad de oportunidades, pero hoy en medio de la pandemia constatamos que las mujeres han sido las más afectadas por la reducción de plazas laborales y siguen ocupando mayoritariamente puestos informales.

A estas barreras se suma ahora la pandemia que, según estimaciones del PNUD y ONU-Mujeres, podría revertir más de 20 años de avances en materia de igualdad de género. Ante este retroceso relevar problemas y plantear propuestas es más que una opción, una necesidad.

Necesitamos dejar atrás aquellos discursos que, lejos de alentar a que las mujeres sean independientes y se desempeñen en trabajos libres de estereotipos de género, perpetúan una visión donde solo deben estar abocadas al cuidado del hogar. La realidad es que cada vez somos más mujeres ocupando cargos acordes con nuestras vocaciones, capacidades y expectativas de vida, y no con aquellos dictados por las normas sociales o culturales. Y cuando las mujeres tienen la oportunidad de liderar, ganamos todas y todos: nuestro liderazgo abre el camino para sociedades con mayor libertad e igualdad.

En estas elecciones generales, el voto será un ejercicio ciudadano esencial para relevar como nunca las disparidades que afectan a las mujeres y aspirar por propuestas que nos acerquen a un Perú más igualitario. Desde PNUD creemos que el ejercicio democrático informado es capaz de darle la vuelta a las cifras de inequidad en el país. Este 11 de abril, vota por ti, vota por todas. Votemos para decidir sobre nuestros trabajos, nuestros salarios, nuestros cuerpos y sobre nosotras mismas.