Referirse a las excelentes relaciones entre el Perú y España podría parecer redundante. Nos une la historia, tradición, raza, idioma, parte de nuestra gastronomía y, en fin, multitud de aspectos que se han visto incrementados notablemente en los últimos años a través de las inversiones españolas y la llegada de más ciudadanos de dicho país al nuestro.
Ya en el 2009 se afirmaba que España era el principal inversor extranjero con una cifra de US$4.500 millones. Telefónica fue la primera empresa grande en llegar cuando en 1994 obtuvo la licitación para la telefonía y marcó el inicio de la modernización que tanto requería el país.
Posteriormente, y como consecuencia de la enorme tarea que había que realizar, vinieron “casi de la mano” un grupo de empresas de servicios e infraestructura que resultaron valiosas para apurar la tan ansiada renovación de las comunicaciones que hoy tenemos.
Se ha publicado que hasta 1995 habían llegado a nuestro país 72 empresas españolas de diferente tamaño, pero el gran incremento se produjo a partir del 2008, durante el segundo gobierno de Alan García.
Actualmente habría nada menos que 386 empresas españolas en nuestro país cuya inversión excedería los US$15.000 millones (cifra que resulta difícil publicar con exactitud debido a que la libertad existente no requiere llevar un registro obligatorio).
La venida de empresas españolas no ha sido casual. El Perú ofrecía estabilidad económica, seguridad jurídica, mantenimiento de las reglas de juego, igualdad en el tratamiento a la inversión extranjera como a la nacional, entre otros aspectos. Sin embargo, como otros países también ofrecían condiciones similares, teníamos que competir para atraerlas.
Si bien cierto que las dificultades sufridas en España y otros países europeos hacían que los empresarios pensaran en diversificar sus actividades en el exterior y hacía el proceso de atraerlos más sencillo, era necesario motivarlos para elegir al Perú. Así, a partir del 2006, se desarrolló una estrategia de márketing fundamentada principalmente en viajes presidenciales, ministeriales y de Pro Inversión, organizando gran cantidad de reuniones con empresarios en muchas regiones españolas. Las altas cifras del crecimiento de la economía peruana fueron también una carta de presentación importante para quienes tomaban las decisiones.
Las inversiones que se han realizado abarcan muchos aspectos, desde infraestructura, construcción y tecnología, hasta servicios, bancos, seguros, energía, entre otros. La actividad empresarial española no se ha limitado solo a la traída de capitales. Se motivó también el incremento del intercambio comercial, las exportaciones e importaciones y el turismo.
El movimiento entre ambos países atrajo además una especial relación entre sus gobiernos. España dio un fuerte respaldo para concretar el TLC con la Unión Europea que se suscribió en Madrid conjuntamente con Colombia por parte de los presidentes García y Álvaro Uribe, y posteriormente impulsó el planeamiento para la supresión de la Visa Schengen para los peruanos, cuya aprobación podría darse durante el 2015.
Un tema pendiente, sin embargo, con España es el tratado para evitar la doble tributación. De solucionarse, esto constituiría un atractivo asunto, que sí hemos acordado con muchos otros países.
Los esfuerzos para continuar atrayendo inversiones extranjeras y turismo deben continuar en todos los niveles, pues esto ayudará sin duda a nuestro desarrollo.