En la escuela nos hacían pruebas para verificar si hicimos bien la tarea. ¿Qué ocurre cuando hacemos lo mismo para medir la efectividad de la gestión pública?
Según nuestro estudio Construyendo Gobiernos Efectivos, el resultado es mixto. Tenemos buenas notas en algunas áreas y en otras nos falta avanzar más.
Primero, la buena noticia. En la última década, los países de América Latina y el Caribe –incluido el Perú– han desarrollado importantes reformas para lograr una gestión basada en resultados. La gestión para resultados es un principio de administración que implica usar información sobre los resultados para mejorar el desempeño de las políticas públicas.
Nuestros aparatos estatales, por lo general, ahora planifican mejor y sus presupuestos son gestionados de manera más efectiva, para citar algunos ejemplos.
Así se desprende de nuestro índice que analiza la gestión pública para resultados tomando en cuenta cinco pilares: planificación, presupuesto, gestión financiera, gestión de la inversión, y seguimiento y evaluación. El Perú logró un puntaje general de 2,9 puntos sobre 5,0 en el 2013, frente a 2,4 cuando realizamos la evaluación anterior en el 2007. El país está ahora por encima de la media regional de 2,4 en el 2013.
Hubo mejoras notables en la capacidad de gestión de la inversión pública, el talón de Aquiles de la región para mejorar la calidad de la infraestructura y de la gestión municipal, pasando de un puntaje promedio de 2,1 en el 2007 a 2,5 en el 2013. El Perú continúa teniendo uno de los más sólidos sistemas nacionales de inversión pública de la región.
El desafío ahora es fortalecer la vinculación entre la planificación estratégica y el sistema nacional de inversión pública, y mejorar la calidad del seguimiento y de las evaluaciones de los proyectos.
Y aquí la materia reprobada. Al país, como a la región en un todo, le queda camino que recorrer para mejorar la capacidad institucional para el seguimiento del desempeño y evaluación del impacto de las políticas públicas. Muchos programas son ejecutados desconociendo si cumplen los objetivos planteados. Es más, estos rezagos pueden poner en riesgo avances en las otras áreas, pues están ligados directamente a la producción y uso de la información sobre el desempeño.
No todo es negativo. En algunos países se observa una tendencia a la creación de unidades encargadas de velar por el cumplimiento de los programas prioritarios, adscritas a las entidades rectoras del presupuesto o de la planificación, o directamente al ministerio de la presidencia. Estas unidades, las ‘delivery units’ o ‘centros de gobierno’, se enfocan en la gestión de las metas prioritarias.
Por otro lado, el Perú es uno de cuatro países –con México, Uruguay y Jamaica– que más ha avanzado en materia de seguimiento y evaluación en el período analizado. El Ministerio de Economía y Finanzas implementó a partir del 2007 el presupuesto por resultados que busca optimizar el uso de los recursos públicos mediante la supervisión del cumplimiento de los objetivos y las metas de los programas, y la evaluación de las acciones que realiza el gobierno.
El reto que tiene ahora es aprovechar la información y el análisis para mejorar los programas, proyectos y servicios públicos en beneficio de los ciudadanos.
(En exclusiva para el diario El Comercio)