Más que “gorditos e independientes”, por Paolo Sosa Villagarcia
Más que “gorditos e independientes”, por Paolo Sosa Villagarcia
Paolo Sosa Villagarcia

El anuncio del primer Gabinete de Pedro Pablo Kuczynski ha puesto fin a la incertidumbre de las últimas semanas. ¿Cuáles son los rasgos distintivos de esta lista y cuáles son parte de las tendencias que han ido configurando los últimos gobiernos? Si observamos las características de las designaciones ministeriales de los tres últimos gobiernos (2001-2016), podemos hacernos algunas ideas. 

Para empezar, la cantidad de economistas en el nuevo elenco ministerial parecería ser un rasgo propio del presidente. Sin embargo, esto es parte de una tendencia que precede a esta administración y se ha ido asentando en la última década. Los nombramientos de ministros con especialidades en derecho y economía no solo son numéricamente mayoritarios, sino que abarcan casi la totalidad de sectores. Estos perfiles profesionales, que  incluyen a las ingenierías y ciencias administrativas, son muy reveladores del enfoque “tecnocrático” con que se han conducido los últimos gobiernos.

Asimismo, la mayor parte de los miembros del Gabinete comparte una trayectoria laboral mixta y sectorialmente especializada, algo que ha sido visto como una mezcla de la gestión privada (“eficiencia empresarial”) y pública (“manejo del Estado”). Esto también es elocuente con lo visto en los últimos gobiernos, aunque con variaciones importantes. Ocho de cada diez designaciones ministeriales en los sectores de Economía y Vivienda, por ejemplo, tuvieron una trayectoria mixta, mientras que otras carteras como Salud y Relaciones Exteriores han mantenido perfiles primordialmente públicos, con carreras desarrolladas en el sector (médicos y diplomáticos de carrera). 

Otra cualidad sugerente en el primer Gabinete es la presencia limitada de cuadros con experiencia política. A partir del 2001, la proporción global entre ministros independientes y militantes ha sido de seis contra cuatro, siendo el gobierno de Humala el que acrecentó la “despolitización” en los gabinetes. De este modo, los ministerios que han tenido más frecuentemente a militantes partidarios como cabeza del sector son Mujer y Poblaciones Vulnerables (ocho de cada diez) y Vivienda (siete de diez), mientras que en el caso opuesto encontramos a Economía y Relaciones Exteriores (uno de diez), y los casos “extremos” de Ambiente, Desarrollo e Inclusión Social (Midis) y Cultura donde todos han sido independientes hasta la fecha. 

Otro tema saltante es la paridad de género: solo dos de cada diez designaciones entre el 2001 y 2016 colocaron a una mujer en el cargo. Lamentablemente, el nuevo Gabinete mantiene esta tendencia (cinco ministras y 14 ministros). Esta es una demanda crucial debido a que las diferencias no solo son cuantitativas, sino que algunos sectores parecen estar reservados para los roles tradicionalmente asumidos como “masculinos”. 

No solo vemos que los nombramientos de ministras se concentran en los ministerios de Desarrollo e Inclusión Social y Mujer y Poblaciones Vulnerables, sino que los sectores de Defensa y Agricultura solo han tenido ministros varones hasta la fecha. Además, las designaciones de ministras representan menos del 20% en los ministerios de Transportes, Interior, Vivienda, Energía y Minas, Relaciones Exteriores, la Presidencia del Consejo de Ministros, entre otros.

¿Qué rasgos son distintivos? En primer lugar, la designación de Cayetana Aljovín, abogada con experiencia en promoción de inversión privada, cambia el patrón economista y vinculado a proyectos de desarrollo que caracterizó al Midis desde su creación. Por otro lado, la decisión de poner a Jorge Nieto al frente de Cultura posiblemente marque un nuevo horizonte, reafirmando a la consulta previa como el tema central de este sector para el Ejecutivo. En ambos casos, se trata de los legados de la gestión humalista que no deberían desmantelarse o desviarse de su propósito original, sino que, por el contrario, deberían avanzarse aprovechando la confianza que un gobierno de derecha puede ofrecer al sector privado.

A grandes rasgos, el primer Gabinete de Kuczynski no rompe diametralmente con lo que hemos tenido hasta ahora. Esta prerrogativa técnica parece tener éxito al ordenar algunos espacios del Estado y, con ello, procurar el avance en políticas necesarias, como en educación. No obstante, la necesidad de “muñeca” política también se ha hecho evidente, especialmente frente a las reformas laborales y la conflictividad social. Por ello, esta continuidad tiene fortalezas y debilidades que el gobierno deberá sopesar para cumplir el reto que supone gobernar el país.