Una disputa entre la “Gran Bretaña del ‘brexit’” y la Unión Europea (UE) en la carrera por acceder a vacunas COVID-19 puede parecer a los forasteros una vergonzosa riña de divorcio, pero sería un error ignorar las implicancias que tiene para el flujo de vacunas que salvan vidas alrededor del mundo. Una prohibición de las exportaciones de vacunas en la UE parecía posible hasta hace poco (25 de marzo). En medio de una oleada de diplomacia de última hora, el primer ministro Boris Johnson y los líderes de la UE acordaron tentativamente que sería mejor luchar contra la pandemia que entre ellos.
La pelea destaca la presión que enfrentan los políticos en casa cuando las camas de los hospitales se llenan de nuevo y los lugareños señalan que su “ex” está haciendo un trabajo mucho mejor. Entonces, la tentación es acumular vacunas, mientras se reducen las exportaciones que se ponen a disposición de sus socios comerciales. El proteccionismo en esta etapa de la pandemia tendría consecuencias nefastas para la distribución de vacunas en todo el mundo. Enviaría una señal preocupante de que la UE, el principal exportador mundial de vacunas COVID-19, está lista para anteponer los desencuentros políticos a respetar sus acuerdos de exportación existentes. El expresidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, habló en nombre de muchos cuando instó a la UE a evitar una “estúpida guerra de vacunas” con el Reino Unido.
La lucha entre Gran Bretaña y Europa se reduce a qué priorizan los gobiernos: el interés propio o la cooperación internacional. Europa se enfrenta a un verano turbulento. La región se encuentra en las garras de una tercera ola de la pandemia. Para finales de año, espera haber almacenado un gran lote de dosis de vacuna COVID-19, pero, por ahora, es demasiado tarde para reparar el daño causado por el ritmo de vacunación de caracol, en comparación con el Reino Unido y Estados Unidos. Las cuarentenas solo aumentarán la presión sobre los políticos de la UE, significarán más dolor económico justo cuando la gente esperaba que el verano marcara el final de las restricciones.
Entonces, ¿hasta qué punto esta disputa con el Reino Unido ha empujado a la UE hacia el proteccionismo? La tensión por la salida de Gran Bretaña de la UE en enero sin duda ha envenenado las relaciones, justo cuando la lucha contra el COVID-19 debería haber unido a las dos partes. Los políticos de la UE han acusado al Reino Unido de tomar una parte injusta de los suministros de vacunas producidos en suelo europeo. Por su parte, la UE enfureció a Gran Bretaña recientemente cuando intentó sellar la frontera con el territorio británico de Ulster, que comparte frontera con el estado miembro de la UE, Irlanda, para evitar que las vacunas lleguen al Reino Unido.
La brecha se profundizó después de que informes recientes, hasta ahora sin verdadero sustento, sugirieran que la vacuna Oxford/Astra-Zeneca del Reino Unido causaba coágulos de sangre en algunos pacientes. Las sospechas detuvieron la distribución de la vacuna en Europa durante algún tiempo. También aumentó dramáticamente la fricción diplomática, con el Reino Unido acusando a Francia y a Alemania de intentar manchar la reputación de su vacuna, mientras que la UE acusó al Reino Unido de haber ignorado las consideraciones de seguridad en su prisa por vacunar a tantos británicos como sea posible. Las quejas de algunos estados miembros de la UE sobre la lenta tasa de vacunación solo aumentaron la presión sobre la actual presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, quien ha sido criticada en algunos sectores por su manejo del proceso de vacunación y por inflamar las relaciones con Bretaña.
Si bien la disputa de la UE con el Reino Unido es un factor importante, los problemas internos de la UE han contribuido a los retrasos en el lanzamiento de la vacuna. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, admitió recientemente que la estrategia de adquisición de vacunas de la UE había carecido de ambición desde el principio, ya que Europa no logró igualar los niveles de inversión británica o estadounidense en el desarrollo de estos fármacos. Además, el sistema central de adquisición de vacunas de la UE ha demostrado ser muy burocrático e inflexible, mientras que algunos estados de la UE han acumulado vacunas en lugar de pasarlas a sus vecinos más necesitados. La canciller alemana, Angela Merkel, dice que los países de la UE pueden resolver sus problemas aumentando la capacidad de producción. Sin embargo, cualquier mejora probablemente no llegará lo suficientemente pronto como para evitar cuarentenas de verano.
Por lo tanto, si bien la disputa con Gran Bretaña por el suministro de vacunas ha contribuido a disparar tendencias peligrosamente proteccionistas entre algunos políticos de la UE, el bloque en su conjunto se ha resistido hasta ahora a los llamados populistas para prohibir las exportaciones de vacunas COVD-19. Eso, al menos, debe tomarse como un presagio alentador. Si la tregua con Gran Bretaña se mantiene, marcará una victoria significativa para la cooperación sobre el interés nacional.
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