Aldo Facho Dede

La semana pasada se dio de alta a la última paciente de la , el conjunto de edificios construidos para albergar a los deportistas que participaron en los y que, ante el avance de la pandemia del COVID-19, fue transformado en un hospital.

Con el cierre de las atenciones asistenciales en dicho complejo, debemos volver a analizar cuál debe ser el mejor aprovechamiento de los 1.090 departamentos y las 45 hectáreas en las que se emplazan; una superficie similar a la del Golf de San Isidro. Sobre los departamentos, primero se debe cumplir con el ofrecimiento del expresidente Martín Vizcarra a los deportistas, y concretar su transformación en viviendas, asumiendo que el mayor costo de construcción –en comparación con los proyectos de su entorno– ha sido pagado con creces con su uso como hospedaje y hospital. En línea con ello, qué mejor que priorizar a los profesionales de la salud que expusieron sus vidas durante la pandemia y a los servidores que la exponen cada día al velar por nuestra seguridad y soberanía.

Sobre el predio, a finales del 2019 se presentó un nuevo plan maestro que proponía transformar la Villa Panamericana en una nueva centralidad urbana para Lima Sur, enfocada en la educación, innovación, deporte y cultura, con importantes espacios abiertos y un gran parque central. Este proyecto quedó trunco por la pandemia, y debería fortalecerse e implementarse en el marco del Plan de Desarrollo Metropolitano de Lima al 2040.

En ese sentido, existen importantes referentes globales que evidencian los enormes beneficios sociales y económicos de proyectar el legado de este tipo de eventos con visión y propósito, como las villas deportivas de Barcelona (1992), Londres (2012) y Toronto (2015), que, a través de una adecuada planificación y gestión, permitieron transformar zonas degradadas en nuevos centros de valor. Asimismo, existen sonados fracasos como las villas de Atenas (2004) y Guadalajara (2011), en las que no solo se desperdició la inversión, sino que se afectó el medio ambiente y la economía local.

Tenemos el reto de que la Villa Panamericana siga siendo un símbolo de orgullo para nuestro país y ciudad, demostrando que el Estado, sociedad civil y sector privado pueden trabajar de manera coordinada para convertir oportunidades en realidades que transformen las vidas de los ciudadanos. Para lograrlo, existen tres instituciones claves que deben trabajar de la mano: el Proyecto Especial Legado, responsable directo de la infraestructura, y que cuenta con la autonomía y los recursos suficientes, la Municipalidad de Lima, responsable de gestionar y planificar la ciudad, y la Municipalidad Distrital de Villa El Salvador, que representa a sus vecinos, una comunidad diversa que supieron gestar su lugar en la metrópoli. Siguiendo esa tradición, hoy merecen ver esas décadas de esfuerzo reflejadas en la concreción de un conjunto de equipamientos, parques y plazas que traigan valor y orgullo, y se conviertan en el nuevo centro de Lima Sur.

Aldo Facho Dede es arquitecto y urbanista. Cofundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas

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