Cada día son más las voces que reclaman una asamblea constituyente para cambiar la Constitución de 1993, que contempla el ordenamiento de la economía social de mercado (ESM), que es responsable del sostenido crecimiento económico del país durante las últimas tres décadas.
Pero ¿qué es la ESM y dónde se ha puesto en práctica? ¿Qué resultados ha obtenido nuestro país con su aplicación? ¿Por qué tan pocos la defienden de manera abierta y pública? ¿Por qué la defienden mal? ¿Y qué pretenden quiénes reclaman una asamblea constituyente? Cuestiones justas, todas, y que merecen ser absueltas.
Alfred Müller-Armack indica que la ESM es un ordenamiento económico que persigue el objetivo de combinar, sobre la base de una economía competitiva, la libre iniciativa con el avance social, asegurado a su vez por el rendimiento de la economía de mercado. Las bases conceptuales de la ESM se encuentran en la Escuela de Friburgo y en el ordoliberalismo alemán, ideas que fueron retomadas por Müller-Armack con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial y llevadas al terreno de la práctica en Alemania por Ludwig Erhard, cuyos resultados se conocen como el milagro económico alemán.
En el Perú, la Constitución de 1993 consagró la ESM. Salvando las distancias, se podría decir que dicho ordenamiento en el Perú ha tenido un efecto similar a lo ocurrido en Alemania, pues la economía ha evolucionado favorablemente y fue su aplicación la que nos permitió salir de la profunda crisis económica de los 80, agravada por la violencia subversiva y la hiperinflación.
Entonces, ¿por qué tan pocos defienden la ESM de manera abierta y pública en el Perú? Por el temor a ser tildados de fujimoristas en la medida en que la Constitución de 1993 fue promovida por el expresidente Alberto Fujimori. Y los pocos que lo hacen se enfocan en defender el modelo económico (libre competencia, estabilidad monetaria, independencia del BCR e inviolabilidad de la propiedad privada), pese a que la ESM es mucho más que eso. Este tipo de defensa le hace un flaco favor, porque permite a sus detractores calificarla falsamente de ‘neoliberal’.
La ESM no es neoliberal porque se trata de un ordenamiento comprehensivo de lo económico, político e institucional, con un marcado acento en la política social (salud, educación, justicia y seguridad ciudadana), que está guiada por el valor de la solidaridad proveniente de la doctrina social de la Iglesia. La participación del Estado en la economía se conduce bajo el principio de subsidiariedad, debiéndose resaltar que la vocación última de la ESM es de naturaleza irenarca, puesto que busca la paz y la tranquilidad de la ciudadanía.
Por lo tanto, ante la amenaza latente de volver al dirigismo estatal de la economía (empresas públicas deficitarias, crisis económica e hiperinflación), que es lo que en realidad pretenden quienes reclaman una asamblea constituyente, resulta imperativo que, sobre la base de ideas y argumentos, se realice una defensa abierta y pública de la ESM haciendo énfasis en la necesidad de su profundización, debiendo indicarse que dicho ordenamiento es el objetivo que actualmente persigue la Unión Europea en el plano económico y social, de lo que se desprende su indubitada vigencia.
La ESM es la mejor opción para nuestro país, pues es una especie de “tercera vía” entre el liberalismo del ‘laissez faire’ y el dirigismo estatal que, si bien se sustenta en la libre competencia y en la “mano invisible del mercado”, también contempla la “mano visible del Estado” para corregir las fallas que se producen, mediante el uso de mecanismos conformes con el mercado.