La pandemia del COVID-19 expuso las fortalezas en el sistema de atención médica de la nación. Una de las más grandes son nuestras increíbles enfermeras. Pero también expuso muchas debilidades. La principal de ellas es la falta crónica de personal de enfermería en hospitales, hogares de ancianos y escuelas.
Celebramos a las enfermeras ahora. Las llamamos heroínas. Pero si valoramos sus sacrificios y queremos que estén allí cuando las necesitemos, debemos evitar un regreso a las malas condiciones laborales previas a la pandemia que llevaron a altas tasas de desgaste y rotación de enfermeras, incluso antes del COVID-19.
Como enfermera con amplia experiencia clínica en hospitales, me resultó casi imposible garantizar una atención segura, eficaz y humana a mis pacientes. Así que establecí el centro de investigación líder en el mundo sobre resultados de enfermería para comprender las causas de la falta de personal de enfermería en los Estados Unidos y en el extranjero, y encontrar soluciones al problema.
Estados Unidos tiene una sólida oferta de enfermeras. Y no hay evidencia de que el COVID-19 haya disuadido a los reclutas de enfermería. Por el contrario, las solicitudes a las escuelas de enfermería aumentaron durante la pandemia.
Sin embargo, nos encontramos con demasiada frecuencia con una escasez de cuidados de enfermería. Muchas décadas de investigación revelan dos razones principales. Primero, las malas condiciones de trabajo. Y segundo, el fracaso de los estados para promulgar políticas que establezcan y hagan cumplir la dotación de personal de enfermería segura.
La formación de más enfermeras no puede resolver estos problemas. Pero las prácticas de gestión más responsables en el cuidado de la salud, junto con mejores políticas estatales, sí podrían hacerlo.
Los estados no solo no exigen una dotación segura de personal de enfermería, sino que las personas tampoco tienen la información y las herramientas que necesitan para elegir hospitales y asilos de ancianos en función de la dotación de enfermeras o para promover una mejor dotación de personal en sus hospitales y asilos de ancianos.
La Legislatura del Estado de Nueva York es la primera en la era pospandémica que no aprueba los estándares propuestos para la dotación de personal de enfermería segura para los hospitales. La legislatura aprobó un proyecto de ley que no requería proporciones seguras de enfermería, optando en cambio por comités internos en los hospitales para supervisar la enfermería y la seguridad del paciente. Esto sucedió a pesar de la evidencia contundente de que la legislación habría resultado en más de 4.370 muertes menos y ahorrado más de US$ 720 millones durante un período de estudio de dos años a través de estadías hospitalarias más cortas.
¿Cuáles son las soluciones? Si bien hay algunas acciones que el gobierno federal podría tomar, los estados tienen la mayor parte del poder debido a su autoridad para otorgar licencias sobre ocupaciones e instalaciones. Las industrias de hospitales y hogares de ancianos no han supervisado a sus miembros durante mucho tiempo para eliminar el riesgo de falta de personal de enfermería. Por lo tanto, los estados deben establecer estándares de personal de enfermería seguros y significativos, siguiendo el ejemplo de California, donde las enfermeras de los hospitales no pueden atender a más de cinco pacientes adultos a la vez fuera de los cuidados intensivos.
Si bien anhelamos volver a la vida prepandemia, volver a la falta crónica de personal de enfermería en hospitales, hogares de ancianos y escuelas sería un gran error. Les debemos a las enfermeras y a nosotros mismos mejores recursos de atención médica. La llamada escasez de enfermeras se ha convertido en una excusa para no hacer más para que la atención médica sea segura, eficaz y centrada en el paciente.
–Glosado y editado–
© The New York Times
Contenido sugerido
Contenido GEC