La reciente “liberación de vías” o desalojo de comerciantes en el Cercado de Lima ha suscitado una variedad de reacciones, mientras tenemos aún fresco el dato de que el Perú urbano alberga hoy un 24% de personas en condición de pobreza, una cifra superior en 9,5 puntos a la del 2019. En ese sentido, ¿es importante el comercio en la vía pública más allá de Mesa Redonda?
El empleo informal en el Perú, hasta el 2022, alcanzaba el 76%. La mayor actividad económica es el comercio, luego del rubro agropecuario. El comercio en la vía pública es el segmento más grande y supera largamente al empleo en mercados de abasto.
En Lima, según aproximaciones de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), medio millón de personas trabajan como comerciantes en la vía pública, ya sea en puestos fijos, paraditas o como ambulantes. Son el eslabón de la cadena de seguridad alimentaria más cercano a la población vulnerable de la periferia capitalina y de todo el Perú urbano. Si vemos su perfil, el 46% no culminó estudios escolares, el 69% son mujeres en mayoría de edad reproductiva y un porcentaje importante son adultos mayores.
¿Será sostenible mantener las vías libres de comercio con un problema de empleo tan severo?
Hace pocos años, la madrugada posterior a un Día del Padre, el exalcalde Jorge Muñoz apareció con chaleco antibalas en un operativo con 2.000 policías que levantó en peso el capital de trabajo de miles de comerciantes vulnerables de la Av. Aviación en La Victoria. En el contexto del COVID-19, el expresidente Martín Vizcarra asignó S/16 millones para “liberar” de comerciantes las calles victorianas y hoy sus arterias lucen nuevamente llenas. En el reciente operativo en Mesa Redonda, posterior al Día de la Madre, se empleó a 1.000 policías y 700 efectivos municipales. Las “liberaciones” de comercio en la vía pública son mediáticas, pero poco efectivas e insostenibles en el tiempo como método de gestión pública.
Los ejemplos de planes de reubicación exitosos que liberaron de comercio informal el Centro de Lima en los años 90 partieron de principios diferentes: construyeron confianza y trabajaron coordinadamente proyectos concertados con sólidas organizaciones de comerciantes, no de modo individual. Contaron con un enfoque y un equipo multidisciplinario que incluyó gestores municipales, arquitectos, abogados, entre otros. Asimismo, utilizaron la capacidad de ahorro colectivo de las organizaciones y permitieron la venta en el perímetro exterior de los terrenos donde se reubicarían los comerciantes, mientras se construían las instalaciones. También mejoraron la seguridad e iluminación de las nuevas ubicaciones, pero además aseguraron líneas de acceso y transporte a las zonas.
Fueron planes que funcionaron para comerciantes, público, vecinos y municipio. El mayor objetivo fue desconcentrar el comercio del Centro de Lima para construir polos comerciales y generar empleo en otras zonas de la ciudad. No es una tarea de corto plazo, pero es urgente que el Gobierno Central y los municipios asuman sus competencias tomando en cuenta estas experiencias.