Reinventando el Perú, por Marco Velarde
Reinventando el Perú, por Marco Velarde
Marco Velarde

Este miércoles es la fecha límite para que los partidos inscriban sus listas para las elecciones al Congreso. Si bien quienes integren el nuevo Parlamento tienen una oportunidad única para preparar el futuro del país, esperemos que estén a la altura de los desafíos. 

Lejos de ser recordado por sus propuestas ambiciosas, grandes debates y hazañas políticas, el Congreso que nos deja será inmortalizado por el mediatismo de sus ‘comepollos’ y un lánguido impacto en la vida de los peruanos. Su único logro es ser el prólogo del Parlamento que vendrá, que simbolizará una respuesta a la apatía política de las últimas décadas.

El próximo Congreso marcará el principio del cambio generacional de la política peruana. El promedio de edad de sus integrantes oscilará entre los 40 y 50 años y habrán crecido en un Perú pobre, pero que les permitió gozar del crecimiento económico. Subsistieron bajo congresos mediocres con partidos políticos devaluados y, gracias al acceso al cable e Internet, vivieron con referencias globales que los hicieron más sensibles a los retos políticos. 

Por todo esto, entenderán el rol indispensable del Estado –independientemente de su tamaño–, el dinamismo del sector privado, las virtudes de la competencia, la igualdad de oportunidades y tendrán menos prejuicios. La nueva generación será menos conservadora, más tolerante y no cuestionará la democracia. Sumado con su agnosticismo partidario, menor experiencia política, mayor relación con el mundo y uso de los medios de comunicación, serán más activistas que políticos.

Sin embargo, tendrán retos. Su corta experiencia política resultará en una comprensión relativamente limitada de lo que consiste la representación y una precaria visión estratégica del Estado y la sociedad. También, les faltará liderazgo, cohesión; tendrán poco manejo y madurez política y habrá discrepancias generacionales internas.

Por lo anterior, el próximo Congreso empezará inseguro y acomplejado, con limitaciones para generar consensos. Tendrá activistas, algunos políticos, pero pocos legisladores. Debido a la necesidad, será un Parlamento más operativo que estratégico e intentará conquistarnos produciendo numerosas leyes, pero sin dirección. Los primeros años seguirá liderando al país desde atrás, sin agenda. 

En un contexto de volatilidad mundial, la clase media más vulnerable podría recaer en la pobreza si no hacemos los cambios estructurales requeridos. El gobierno entrante deberá trabajar con el Congreso en conjunto para lograrlos. 

Mientras en el corto plazo el Ejecutivo buscará reactivar la economía e incrementar la seguridad, paralelamente tendrá que proponer reformas que requerirán debates profundos y consensos difíciles. ¿Cómo cambiar la estructura estatal para sostener a la clase media, especialmente sus servicios, sin dejar de lado a la lucha contra la pobreza? ¿Cómo incrementar la productividad peruana con motores propios, complementando la minería? ¿Cómo posicionamos al Perú dentro de la región, teniendo en cuenta su proyección en el mundo? ¿Qué tipo de Estado queremos y cómo lo transformamos?

Viendo las listas congresales, en general, nuestros potenciales parlamentarios no parecen saber cuál es el juego o sus reglas, ni sus posiciones en la cancha. Pocos tienen experiencia jugando juntos y, más allá de complementarse, podrían contradecirse, por lo que será difícil tocar en pared, mientras cada uno busca su espacio dentro del ecosistema político. 

El nuevo Congreso tiene una enorme responsabilidad para preparar a nuestra nación a encarar el próximo bicentenario. Nunca hemos tenido un momento más indicado para reinventarnos. Ojalá estén a la altura del desafío.