El terrorismo y las universidades, por Milko A. Ruiz Espinoza
El terrorismo y las universidades, por Milko A. Ruiz Espinoza

En las décadas de 1980 y 1990 las organizaciones terroristas y el se infiltraron en las universidades para utilizarlas como centros de adoctrinamiento y propaganda para alimentar sus criminales fines. Desafortunadamente, en muchas de ellas, por la debilidad y dejadez de sus autoridades –aunado a la falta de voluntad de políticos y funcionarios–, las maniáticas ideas de estas organizaciones ganaron varios adeptos entre los jóvenes y se expandieron como un cáncer que afectó gravemente la enseñanza y el desarrollo de los centros superiores.

En 1991 se intervino militar y administrativamente las universidades públicas, lo cual permitió acabar casi en su totalidad con la infiltración del terrorismo en sus claustros. Posteriormente se desarrollaron acciones de inteligencia para detectar rezagos de actividades terroristas y sus autores, a fin de neutralizarlos y con ello impedir un resurgimiento de la infiltración subversiva.

Desde esta intervención hasta fines de la década de 1990, la presencia de organizaciones terroristas en los centros de educación superior desapareció casi por completo. Sin embargo, actualmente vemos que existen pequeños grupos como el (órgano de fachada de Sendero Luminoso), que pretenden nuevamente infiltrarse en las universidades, embaucando a los jóvenes con su ideología plagada de odio, resentimiento y venganza.

La psicología nos enseña que los jóvenes y adolescentes pueden ser manipulados con facilidad. Así, pueden ser engañados y reclutados con el objeto de utilizarlos para el crimen y adoctrinarlos para el fanatismo. Eso nos demuestra el interés de las organizaciones terroristas en infiltrarse en lugares frecuentados por la juventud.

No obstante, es evidente que hoy la infiltración de simpatizantes de grupos terroristas como el Movadef es mínima en comparación con la inmensa comunidad universitaria, aunque ello no justifique, bajo ninguna circunstancia, que los ignoremos. Más bien todo lo contrario: se debe alimentar nuestra voluntad para lograr su completa eliminación.

En esa línea, la Procuraduría Pública de Terrorismo, conforme a sus funciones, viene denunciando todo hecho ilícito relacionado con el terrorismo en las universidades para sancionar a los responsables y prevenir algún resurgimiento de estos grupos criminales. 

Asimismo, la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) tiene un programa de información a los escolares y universitarios en que se explica qué fue el terrorismo y los crímenes que cometieron Sendero Luminoso y el MRTA. Esto para que los jóvenes conozcan la verdad de los hechos: Sendero Luminoso y el MRTA fueron organizaciones criminales que utilizaron el terror, la violencia y los asesinatos para tomar ilegítimamente el poder. 

Hay que recordar que en noviembre del 2011, el Jurado Nacional de Elecciones en una decisión legítima y valiente rechazó la inscripción como organización política solicitada por el Movadef. El motivo fue adoptar como principio guía el “pensamiento Gonzalo”, que implica actos de violencia calificados como delito de terrorismo y delitos de lesa humanidad, los cuales vulneran el sistema democrático existente, la preservación de la paz, la vigencia de los derechos humanos y el desarrollo nacional.

Pese a todas las medidas preventivas y legales que actualmente el Estado adopta para evitar y combatir la infiltración de grupos terroristas en nuestras universidades, será el rechazo de la comunidad universitaria y sus autoridades el que tendrá el papel fundamental. La mayoría de universitarios sabe perfectamente quiénes son Abimael Guzmán Reynoso y Víctor Polay Campos. Sin embargo, ello no debe hacer que bajemos la guardia, sino, más bien, alimentar nuestra voluntad de lucha frente al terrorismo y sus organizaciones de fachada, para finalmente extirparlos de nuestra vida nacional.