Martín  Tanaka

El se insinúa como un año vertiginoso, al igual que el 2022.

Los primeros meses estarán marcados por la incertidumbre electoral. ¿Tendremos en el 2023, y de qué tipo? Existe todavía la posibilidad de que no se llegue a concretar la primera vuelta de la elección presidencial en abril del 2024. ¿Sería en diciembre de este año? Si el recorte de mandato y las elecciones generales en abril del 2024 se mantienen, ¿tendremos elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias tal como establece la ley aprobada en agosto del 2019? ¿El Congreso volverá a suspender su aplicación? En este caso, ¿cómo elegirán los partidos a sus candidatos? ¿Volveremos a ver elecciones internas muy poco representativas como las que tuvimos en noviembre y diciembre del 2020? Recordemos que, en esas internas, 17 de los 25 participantes optó por realizar asambleas de delegados, en las que, en promedio, apenas 33 delegados aprobaron las listas propuestas por las dirigencias. Mientras que los ocho que realizaron elecciones internas con el voto de sus afiliados, tuvieron una participación que varió entre el 0,6% y el 23,8% de estos, con un promedio del 7,7%. No olvidemos que de esas elecciones internas salieron las listas de candidatos que llegaron al Congreso actual con nuestro voto. Si queremos mejorar la representación, ¿no deberíamos empezar por ahí?

El 2023 será un año fuertemente marcado por el cálculo electoral, en cualquiera de los escenarios. Todo lo que los actores políticos hagan o dejen de hacer será pensando en su impacto sobre el escenario electoral. No es lo mejor para una transición que requiere de madurez y del establecimiento de acuerdos mínimos. Sectores de izquierda levantarán discursos y propuestas maximalistas para intentar representar ese 26% que, según la encuesta de diciembre del IEP, considera el desempeño gubernamental de Pedro Castillo como bueno o muy bueno, porcentaje que llega hasta el 43% en el ámbito rural y 40% en el sur. En el otro extremo, sectores de derecha intentarán, al mismo tiempo, representar ese 18% que aprueba el desempeño del presidente del Congreso José Williams, porcentaje que sube hasta un 21% en Lima y hasta un 24% en los sectores A y B. No olvidar que Pedro Castillo y Keiko Fujimori pasaron a la segunda vuelta en el 2021 con apenas el 19% y el 13% de los votos válidos. Al mismo tiempo, para la presidenta Boluarte será crucial intentar consolidarse en el poder y legitimarse sobre la base de iniciativas de política pública muy concretas que permitan reducir el espacio para demandas maximalistas de naturaleza más política. Para esto, el diálogo con el sur del país resulta fundamental.

Se comenta mucho, y con razón, que para reducir el riesgo de tener como resultado de las próximas elecciones generales una nueva reiteración de la dinámica de conflicto y de crisis institucional iniciada en el 2016, deberíamos implementar algunas reformas políticas. Dado lo crispado y volátil del contexto, y del escaso tiempo disponible, estas deben ser muy acotadas. Lo razonable me parece empezar por llevar a cabo finalmente las elecciones primarias abiertas aprobadas en el 2019, con lo que el proceso electoral iniciaría, en efecto, en el 2023. Para esto, debe quedar claro qué organizaciones podrán participar: ¿solo las 12 con inscripción vigente? ¿Alguna de las 15 en proceso de inscripción? ¿Cuál sería el tiempo mínimo de afiliación para poder postular por alguna de ellas?

Segundo, resulta muy importante reducir lo más posible el riesgo de tener nuevamente un proceso electoral con cuestionamientos. No debería impedirse la inscripción de candidaturas o el retiro de estas en pleno proceso, salvo la comisión de faltas muy graves. El derecho a elegir debe prevalecer sobre consideraciones formales subsanables. Asimismo, hay que asegurar que la justicia electoral seguirá criterios previsibles para minimizar impugnaciones y conflictos postelectorales, después de un proceso que nuevamente puede tener resultados muy ajustados. Sobre otras reformas en debate seguiré la próxima semana.

Martín Tanaka es profesor principal en la PUCP e investigador en el IEP

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