Ilustración: Nadia Santos
Ilustración: Nadia Santos
Pedro Suárez Vértiz

El cantante y compositor de las bandas Soundgarden y Audioslave, Chris Cornell, falleció esta semana. Según los forenses, se ahorcó en un hotel tras dar un show en Detroit. Los diarios han lanzado estas conclusiones como oficiales. Pero, como siempre, se necesita un tiempo de verificación cuando ocurren casos en los que la víctima actúa sola, sin testigos o sin dejar registro póstumo alguno, como una carta.

Black Hole Sun es quizás la obra musical más profundamente artística del rock de los 90. Fue compuesta y cantada por Cornell y su banda Soundgarden. A mí me parece suprema. Nunca admiré el grunge, pero sí le viviré eternamente agradecido porque su irrupción en los medios acabó al fin con tanta frivolidad musical desarrollada en los 80. Solo recuerden a Eric Clapton con sus trajes a lo Miami Vice o a Bruce Springsteen bailando como quinceañero en el vídeo de Dancing in the Dark. Un poco de dramático realismo cayó bien.

Los comportamientos que tenía Cornell señalaban que sufría de depresión y no era muy sociable. Quien forzó la puerta y halló el cuerpo ya sin vida en el piso del baño de su cuarto de hotel fue un amigo de la familia, mandado por la esposa de Cornell para verificar si todo estaba bien. Parece que la mujer tenía un mal presentimiento. Chris murió justo después de haberse reunido con su icónica banda Soundgarden tras años fuera de los escenarios.

En los 90, Soundgarden era aclamada como una de las tres más grandes dentro del grunge. Solo le hacían competencia, en cuanto a popularidad, Nirvana y Pearl Jam. Aquellas tres voces depresivas y ásperas eran lo que gustaba a las nuevas generaciones. Soundgarden, aparte de ser de la misma ciudad en la que nació este movimiento (Seattle), influenció enormemente debido a que su estilo de rock alternativo se iba por la rama del hard punk y noise rock. Ellos aportaron autenticidad y creatividad.

En los 90, MTV estaba en la cima de la industria musical, revolucionando la manera en que las canciones daban un mensaje. Los videos era una forma de representar un extra de la canción. El complemento de imágenes que sumaban a las letras hizo que muchos cineastas incursionaran en los videoclips. El vocalista de Nirvana, Kurt Cobain, también tuvo un final trágico parecido, y con su temprana muerte paso a formar parte del famoso club de los 27 (o The 27 Club). Esto no es más que un apelativo para la agrupación de músicos populares que fallecieron justo a la edad de 27 años. Muchos de estos casos están relacionados con alcohol y drogas, y no se espera lo contrario, pues a esa edad las posibilidades de morir por un tema de salud natural son ínfi mas. El entorno en los que estos recordados músicos vivían apuntaba a que una muerte como esta los merodeaba siempre. Jimi Hendrix, Jim Morrison, Janis Joplin, Amy Winehouse, Brian Jones y el mencionado Kurt Cobain son los más reconocidos por la opinión pública, pero la lista sigue.

A diferencia de ellos, y para lástima de los sensacionalistas, Cornell murió a los 52 años. Y a pesar de sus problemas psicológicos, igual fue un shock para sus fanáticos, su familia y sus amigos. Imposible dejar de lado en esta nota a Audioslave. Un proyecto que se formó empezando el año 2000, cuando Chris se juntó con otros tres pioneros musicales de la emblemática banda Rage Against The Machine.

Se dirá que el rock de los 90 no aportó mucho en la historia de la música. De hecho, solo 24 canciones de esta década entraron en las 500 mejores canciones de los 50, 60, 70, 80, 90 y 2000, según la revista Rolling Stone. Sin embargo, esta misma publicación hizo una encuesta donde Chris Cornell quedó noveno entre los mejores cantantes de rock de todos los tiempos. Paradojas propias de un verdadero talento contemporáneo.

Esta columna fue publicada el 20 de mayo del 2017 en la revista Somos.