Conmemoramos el centenario del nacimiento de Alejandro Miró Quesada Garland, a quien siempre se le llamó cariñosamente Jan.
Alejandro fue un periodista completo durante los 70 años que trabajó como tal, constituyéndose como un referente y ejemplo de cómo se debe ejercer una profesión discutida.
En esta labor, sostuvo siempre como principio rector que no debía abusarse de la libertad de expresión, que esta debía tener como máxima recoger la verdad; pero que si la noticia no convenía al país, era mejor preferir otra que sí lo hiciera.
Desde joven tuvo vocación por la enseñanza, a la cual dedicó muchos años de su vida, principalmente en la Universidad de Lima, en la que, con su espíritu emprendedor, fundó la Facultad de Comunicación junto con Antonio Pinilla, su rector. Por ello, con justicia fue condecorado por el Gobierno Peruano con la orden de Amauta, la más alta distinción en el campo de la educación. Una condecoración que también recibieron Aurelio Miró Quesada Sosa y Francisco Miró Quesada Cantuarias.
En lo personal, se casó con Adriana Cisneros, con quien tuvo tres hijos ejemplares, Alejandro (Alejo), María del Pilar (Maripili, que nos dejó hace algunos años) y Gabriel, los que hacían una familia muy unida.
Su inclinación por los temas artísticos y culturales lo llevó a formar, junto a Manuel Solari Swayne y Mocha Graña, la Asociación de Artistas Aficionados, la cual se constituyó en un importante foro cultural que enriqueció nuestro medio y le permitió tener la base para transmitir esas inquietudes y llevarlas al periodismo. Luego fundaría lo que hoy es el Museo de Arte de Lima.
Igualmente, su carácter inquieto lo llevó a incursionar en el periodismo de investigación. Como cuando emprendió el Plan del Perú, que lo llevó a recorrer buena parte del país para conocer más de cerca lo que Jorge Basadre desarrolló en su obra “Perú: problema y posibilidad”. Esos viajes le permitieron conocer a fondo la realidad nacional.
Su fibra de luchador salió a relucir en toda su dimensión cuando, en 1974, los diarios fueron confiscados por el gobierno militar. Defendió con toda energía y valentía el derecho a recuperar el diario El Comercio, perteneciente a su familia. Así, con el apoyo de sus familiares, dirigió ese combate desde una pequeña oficina ubicada en la calle Diez Canseco, en Miraflores.
En esos años aciagos supo defender con pundonor tanto la democracia como la libertad de expresión y de prensa.
Recuerdo cómo, en enero de 1980, cuando me tocó asistir a la sesión regular del Instituto Latinoamericano de Derechos Humanos en San José, Costa Rica, Jan me sorprendió gratamente con su presencia en la ciudad. En esa oportunidad, y a su requerimiento, pude ayudarlo a pactar reuniones con miembros de la Corte Interamericana, con quienes deseaba entrevistarse para explicarles sobre el despojo de El Comercio.
Finalmente, cuando en 1980 el país regresó a la democracia con Fernando Belaunde, el gobierno, como primer acto, les devolvió los periódicos a sus propietarios.
Desde ese año, Jan dirigió el Diario junto con Aurelio Miró Quesada Sosa, hasta el fallecimiento de este en 1998. Luego continuó en el cargo hasta su muerte, en el 2011.Durante ese período compartió la dirección con su hijo Alejo Miró Quesada (1999-2008) y luego con Francisco Miró Quesada Rada.
Jan siguió el ejemplo de su padre, Luis Miró Quesada de la Guerra, quien en su condición de director del periódico en 1974 le tocó enfrentar con valentía y coraje la confiscación, como quedó reflejado en aquella palabra que escribió cuando el gobierno tomó el Diario: regresaré.
Y así sucedió. Cuando en 1980 Alejandro y don Aurelio regresaron como directores, fueron reivindicados por la legalidad y un Estado de derecho que, como no podía ser de otra forma, comenzaba por hacer respetar la propiedad.
En su labor como director, Alejandro fue un verdadero baluarte que supo estar al mando sin ceder ante ningún tipo de amenazas ni injerencias externas. Con su liderazgo, supo impedir que influyeran sobre el medio periodístico las presiones políticas, manteniendo su independencia y una misma línea de pensamiento sostenida en el tiempo.
Su valiente e indómita voluntad perdura hasta hoy gracias al ejemplo que legó a las nuevas generaciones, quienes han continuado con la línea de un medio que se ha ganado su reconocido prestigio mostrando entereza.
Gracias, Jan, por tu legado.
(Discurso conmemorando el centenario de Alejandro Miró Quesada Garland pronunciado en “El Comercio” el 27 de octubre)