No hay países pobres, sino empobrecidos. Pasa y ha pasado en el Perú, en varios países del mundo y muy especialmente en aquellos que en su momento fueron potencia mundial o regional, pero que por obra y gracia de una o varias generaciones de políticos con ideologías colectivistas, de mayorías electorales enajenadas y/o una corrupción desbordada, condenaron a sus pueblos a un nivel de vida deplorable teniendo la opción y la capacidad de lograr exactamente lo contrario.
En América Latina hay dos casos emblemáticos: Venezuela y Argentina.
Del primero se ha dicho bastante; pero del segundo vale la pena detenerse en lo que hoy vive el país a raíz del llamado fenómeno Javier Milei.
Además del perfil que el mandatario viene construyendo con éxito internacionalmente, mucho más relevante son los logros que localmente exhibe un gobierno de mayoría congresal precaria, pero con suficiente destreza política.
Así, por ejemplo, además de la aprobación de la llamada ‘ley ómnibus’ (muy parecida al paquete legislativo que entre 1990 y 1992 promulgó el gobierno de Fujimori), que implica una serie de reformas estructurales en materia económica, fiscal, monetaria y del aparato del Estado, este último 9 de julio (fecha de la independencia argentina) se ha suscrito el Pacto de Mayo en Tucumán (acto simbólico que, haciendo el paralelo con el Perú, se asemeja en algo a nuestro Acuerdo Nacional) con 18 de los 24 gobernadores y algunos expresidentes, ninguno de los que pertenece al movimiento de Milei: La Libertad Avanza.
El inquilino de la Casa Rosada ha logrado un hito de gran relevancia. El pacto contiene diez puntos, siendo los más importantes la inviolabilidad de la propiedad privada, el equilibrio fiscal, la reducción del gasto público, la modernización de la educación, así como las reformas tributaria, laboral y previsional. Este último tema es de crucial importancia, al ser una de las causas estructurales del enorme déficit argentino.
Pese a que esta etapa inicial de su gestión ha supuesto políticas de ajuste importantes (aunque parciales), con golpes para la población (durante el primer trimestre del año el PBI ha caído en 5,1% y el desempleo aumentó en 7,7%), es inédito que Milei obtenga un apoyo político plural para respetar criterios elementales en pro de un manejo económico sano del país.
El éxito final es aún incierto. Pero solo lograr mover el consenso político de Argentina hacia la sensatez financiera y con freno a la corrupción sería histórico.