(Ilustración: Giovanni Tazza).
(Ilustración: Giovanni Tazza).
Alfredo Torres

(RBC) quiere ser presidente de la República. Ya ha sido alcalde entre 1990 y 1995. En cambio, sus candidatura presidencial de 1995 y su precandidatura del 2006 no llegaron a buen puerto. Es con ese horizonte que hay que entender sus ataques a la inmigración venezolana.

El sentimiento xenófobo viene expandiéndose hace ya algún tiempo en la política europea y norteamericana, pero no se veía en el Perú desde los años 40 del siglo pasado, cuando muchos japoneses fueron maltratados en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. El rechazo a los inmigrantes en Europa ha generado el surgimiento de partidos nacionalistas de ultraderecha que se alimentan con la resistencia de algunos inmigrantes musulmanes a adaptarse a la cultura occidental y con el terrorismo de extremistas islámicos. En Estados Unidos también ha crecido este sentimiento, sustentado en este caso en la percepción de que los inmigrantes latinos les quitan empleos. De ahí la oferta de Donald Trump de construir un muro en la frontera con México.

Al igual que Trump y los nacionalistas europeos, RBC ha apostado por crecer políticamente con un conjunto de mentiras y medias verdades que apelan a las emociones de los sectores que se sienten amenazados por la inmigración. Los venezolanos comparten nuestra cultura e idioma, así que no funciona la xenofobia étnica, pero es innegable que su ingreso al mercado laboral angustia a la población menos calificada de nuestro país.

RBC sorprendió al país cuando afirmó que “más de un millón de venezolanos vendrán al Perú con todos los beneficios” y que “votarán en las próximas elecciones”. Lo que pocos saben es que ese libreto no fue un lapsus demagógico, sino que proviene de la visión del partido que representa, Perú Libertario. Basta ingresar a la página en Facebook de ese partido para leer: “Cerca de un millón de venezolanos desplazarán laboralmente a los peruanos [...] y votarán en las elecciones el 2021, puesto que los extranjeros adquieren automáticamente la nacionalidad peruana después de dos años de residencia continua”.

Tanto la exageración numérica como la falsedad de que los extranjeros adquieren rápidamente la nacionalidad son típicas ‘fake news’ que la derecha xenófoba practica habitualmente en EE.UU. y Europa. Lo curioso es que quien las profiere en el Perú sea un partido de extrema izquierda. En efecto, según se lee en la página de Facebook de Perú Libertario, el partido que preside el ex gobernador de Junín Vladimir Cerrón es un “miembro pleno del Foro de Sao Paulo”, que “condena de manera enérgica el atentado perpetrado contra la vida del presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, del que fuera víctima el 4 de agosto” y que sostiene que los venezolanos inmigrantes “son agentes [...] de la contrarrevolución latinoamericana” y que vienen al Perú “para extraer divisas e ingresarlas de contrabando a Venezuela contribuyendo más aún a la inflación de la economía llanera”.

Más allá de los dislates que se leen en los documentos de Perú Libertario, el partido que postula a RBC a la Alcaldía de Lima, es indudable que el discurso antiinmigrante puede tener acogida. Según una encuesta de Ipsos de febrero, el 55% de los limeños tenía entonces una opinión positiva de los inmigrantes venezolanos, pero el 36% una opinión negativa. La actitud era más favorable en los NSE A, B y C y menos favorable en los NSE D y E. Aun si no se hubiese incrementado el rechazo como consecuencia de la mayor inmigración de los últimos meses, la elevada proporción de electores con actitud negativa hacia ellos representa un respaldo potencial considerable para un candidato xenófobo.

Otro hallazgo del estudio fue que el 52% de los limeños tenía familiares en el extranjero y que esta proporción era mayor en los NSE A, B y C y mucho menor en los NSE D y E. En ese sentido, el argumento de que otros países acogieron a nuestros compatriotas cuando ellos emigraron tiene más sentido en las familias de clase media que en los sectores populares. Además, como es natural, la llegada de inmigrantes más calificados dispuestos a trabajar por menores sueldos preocupa más a las personas que se sienten menos competitivas.

Aunque un alcalde no tenga ninguna injerencia en política migratoria, la capacidad que tiene RBC de expresar el sentimiento xenófobo puede rendirle electoralmente. Además, no parece ser solo una estrategia electoral, sino una convicción que le sale de las entrañas. No se sabe aún si le alcanzará para ganar la elección municipal, pero todo indica que lo veremos nuevamente agitando la xenofobia en el 2021.

*El autor es presidente ejecutivo de Ipsos Perú.