El presidente ha resaltado (y detallado) el enorme esfuerzo del Gobierno por enfrentar al virus. Y esfuerzo ha habido. Se ha llegado incluso hasta el sacrificio de la propia vida, como testimonia el duelo de miles de familias de trabajadores de la salud y de la seguridad (en particular de la policía).
Pero no hemos sido exitosos. Hasta antes de ayer se reconocían 18.000 fallecidos por la enfermedad. Pilar Mazzetti señaló ayer que son más de 25.000. Especialistas destacados como César Cárcamo hablan de 43.000, incluyendo los que murieron en el contexto creado por el virus. Pero, incluso con la menor de las tres cifras mencionadas, tenemos la tasa de fallecidos más alta de toda América, superando a los Estados Unidos, Brasil y México. En las cifras de contagios del Minsa (muy por debajo de la que proveen las Diresa) no hay un crecimiento exponencial de los contagios, pero hay una meseta al borde los 100.000 casos activos, desde hace varias semanas, con los que ya se sobrepasa, por largo, la capacidad del sistema de salud de ofrecer respuestas.
Luego de hablar de la pandemia entró al largo y tedioso listado de autohalagos (“ningún Gobierno ha hecho lo que nosotros” es algo que le he escuchado decir a todos los gobernantes, desde que tengo uso de razón política). De ahí siguió con recuentos cuasi burocráticos de lo hecho, en base a la suma de los aportes al discurso de los ministerios. Todo ello aderezado con anuncios impactantes de lo que se hará; lo que, al igual que en otros años –y en otros gobiernos–, no se concretará, al menos, ni tan rápido ni tan completamente como se anuncia.
Mención aparte, el increíble triunfalismo en seguridad ciudadana (“se han desarticulado 7.000 bandas criminales”, es solo una de las maravillas anunciadas). También la peligrosa e ingenua visión de que las Fuerzas Armadas marcan la diferencia en este ámbito. Ahora se entiende mejor el porqué de poner a un general de la FAP a cargo del sector Interior.
No era el lugar ni el momento para decirlo, pero el presidente sabía que el Congreso al que se dirigía ha añadido más problemas a los que ya teníamos y que no hay garantía de que eso cambie.
Siguen en un populismo desbocado. En las últimas semanas, concentrados en cómo destruir lo que queda del sistema de pensiones. Exigen devoluciones inmediatas individuales del dinero de la ONP, uno que con dificultad paga a los actuales jubilados. Quieren también que los retiros de AFP puedan ser hasta del 100%. Ocultan que quienes, incentivados por el Congreso, retiraron su dinero al inicio de la pandemia, perdieron 25% de su valor ya que en julio estos habían vuelto a su nivel de marzo. ¿Quién les va a devolver lo que perdieron? ¿Los autores de la propuesta? Y ahora plantean que se pueda retirar hasta el 100%. Con la seriedad que abordan los problemas nacionales en el Congreso hay un riesgo de que esto se apruebe sin mayor discusión. ¿No sería mejor empezar discutiendo con seriedad la reforma integral de pensiones que anuncia el MEF?
Creo que faltó un mensaje especial a Arequipa, que hoy, como lo fue en su momento Iquitos, es el símbolo del dolor que causa la pandemia. Cabe enfatizar que se pudo evitar que llegue a esos niveles. Para eso ayuda un liderazgo eficaz para organizar y gestionar. Hay responsabilidad política en el Gobierno nacional por haber demorado en tomar medidas más tempranas, pero la principal (y no solo política) recae, sin duda, en el gobernador regional Elmer Cáceres Llica. Cómo una región tan importante pudo elegir a un personaje, con claros problemas de alcoholismo y dos denuncias de violación, para un cargo tan importante es algo que debería merecer una discusión seria. Entretanto, cada día que ejerza poder es uno perdido en la lucha por salvar vidas, como lo ratifica el hecho de que venga promoviendo como la mejor solución al virus el dióxido de cloro, que es altamente tóxico para el organismo.
¿Felices Fiestas Patrias? Difícil decirnos esto entre nosotros en medio de la tragedia que vivimos. Quizás, más bien, un abrazo por Fiestas Patrias, acompañado del buen deseo que el bicentenario nos encuentre, al menos, con un cachito de luz al final del túnel. Y que, si ello ocurre y parafraseando a Monterroso, no olvidemos que, aquel dinosaurio que explicó nuestros fracasos al enfrentar la pandemia, seguirá ahí.