Durante su instalación como nuevo presidente de la Comisión de Educación, Segundo Montalvo (Perú Libre) pidió aplausos y vítores para sí mismo. Como ningún congresista respondió a la arenga, el legislador cuestionó: “¿Qué pasa, colegas? ¿No se consideran congresistas del bicentenario?”. E, inmediatamente, insistió: “¡Vivan los congresistas del bicentenario! [...]. Aplausos, colegas”.
El bochornoso momento es una simple muestra del pésimo sistema parlamentario para la elección de los presidentes de las comisiones. Las bancadas se reparten dichas presidencias con un criterio político y no técnico. Esto es algo que se repite de anteriores períodos, pero al menos antes se buscaban a los mejores cuadros dentro de las bancadas para dirigir a los grupos de estudio.
En la actualidad, ni siquiera los graves cuestionamientos parecen ser un filtro para la elección. Tal y como reportó este Diario, 13 de los 24 presidentes registran algún tipo de denuncia, incluyendo legisladores con sentencias vigentes, como Luis Picón (Podemos Perú). Entre estos también se encuentra el propio Montalvo, que en el 2021 declaró en su hoja de vida que el Juzgado Civil de Utcubamba declaró fundada una demanda en su contra por violencia familiar.
Tampoco se toman en cuenta criterios básicos como perfiles académicos, la experiencia o el conocimiento de la agenda que dirigirá el parlamentario. Si tomamos estos tres criterios en conjunto, solo uno de los 24 legisladores elegidos (José Cueto) cumple con el perfil adecuado para presidir el grupo que le fue encargado.
Si observamos el desagregado, 11 no tienen un perfil académico orientado a la comisión que presidirán, la mitad no cuenta con experiencia manejando este tipo de grupos y 13 no tienen una agenda de proyectos en la materia que no sea mayoritariamente declarativa. Este último es quizás el punto más relevante: ¿cómo manejar los debates de proyectos de una materia con la que nunca has tenido contacto o sobre la que solo presentaste iniciativas declarativas que no tienen mayor relevancia?
El problema es aún mayor cuando vemos el nivel de los asesores parlamentarios. Son pocos los casos de despachos con asesores calificados (el despacho de Diana Gonzales, por ejemplo) para el estudio de iniciativas en materias especializadas. Por el contrario, la mayoría de los parlamentarios buscan asesores cuyo único requisito sea estar dispuestos a dar parte de su salario. Ejemplos de esto tenemos varios.
También hay legisladores que solo tienen asesores para copiar y pegar proyectos de ley, como el caso de Paúl Gutiérrez (Bloque Magisterial), quien a pesar de tener una denuncia por plagio de ChatGPT presidirá la Comisión de Energía y Minas. El reglamento del Congreso necesita una reforma urgente para abordar diversas falencias. Uno de los principales temas debería ser los criterios para que en las presidencias de las comisiones se elijan a parlamentarios con perfiles idóneos y que la elección no se reduzca a una repartija política.