"La contribución de la raza negra", por Roxanne Cheesman
"La contribución de la raza negra", por Roxanne Cheesman
Redacción EC

En 1794, Ignacio Lequanda escribió que el 80% de los limeños estaban desempleados, fundamentalmente los españoles y criollos blancos. La capital se encontraba en crisis porque la corona había quebrado el monopolio comercial que daba pingües ganancias a los limeños, dejando a muchos de estos en la ruina. Pero mientras los comerciantes languidecían, los  artesanos, negros en su mayor parte, tenían empleo y recursos suficientes para pagar la misma ropa y lujos que los blancos.

 
La especialización artesanal de la población negra comenzó desde los primeros años de la Colonia. Pasada la etapa de la conquista, el trabajo en el campo y en las minas fue asignado a los indios por un mísero pago con la terrible institución de la mita. La alta tasa de mortalidad que esta originó, alarmó al gobierno peninsular que intentó en diferentes oportunidades que los indígenas fueran reemplazados por africanos. Pero un esclavo era una inversión cara y, a menos que la corona subsidiara su precio, los españoles en el Perú no estaban dispuestos a malgastarla en las minas.
 
En su “Lazarillo de ciegos caminantes”, Concolorcorvo calculó en 1773 que un negro costaba el equivalente a cinco sirvientes indígenas.
 
Así, la mayoría de esclavos permaneció en Lima y españoles y criollos encontraron la manera de recuperar su inversión entrenándolos en oficios artesanales o como jornaleros que enviaban a trabajar, cobrándoles un porcentaje de sus sueldos.
 
Un esclavo que costaba 600 pesos ganaba, si estaba calificado, entre 40 y 70 pesos al mes. Su manutención no pasaba de 6 pesos, por lo que en año y medio se pagaba la inversión y en adelante solo generaba utilidad.
 
Poco a poco, negros y pardos, esclavos y libres, se convirtieron en la mano de obra calificada del Lima, trabajando como sastres, albañiles, carpinteros, sombrereros, herreros, etc. Algunos compraron su libertad gracias a ello y otros destacaron por su destreza: Francisco Gamarra, ex esclavo e hijo de esclavo, era el más famoso constructor de fines del siglo XVI y, a su vez, subcontrataba esclavos para las obras. Otro, el mulato libre Juan de Mora, fue el arquitecto contratado en 1595 para las graderías del coro de la .

El trabajo de la gente de color fue la base del esplendor limeño en el siglo XVII. Como cuenta Frederick Bowser, (“The African Slave in Colonial Peru”), construyeron los primeros puentes sobre el Rímac, la Casa de la Moneda, las paredes de las fortificaciones del Callao y las murallas de la capital. Además, fabricaron e instalaron las cañerías del sistema de agua.

En 1534, tres esclavos, maestros en sus oficios, llegaron de España para entrenar a los otros esclavos en la construcción del monasterio dominico, y antes de fin de siglo, más esclavos llegaron para la construcción de la catedral, el hospital Santa Ana y el edificio de la Inquisición. Otros seguían trabajando en la caña y los ingenios que se volvieron su especialidad.

El gobierno anterior pidió perdón por la esclavitud, pero debemos también agradecer la contribución de la raza negra a la construcción de la ciudad. Recordemos siempre que todos tenemos de inga y de mandinga.