El pasado 31 de mayo, Juan José Garrido, director de El Comercio, entrevistó a la politóloga canadiense Elizabeth Pinnington sobre los posibles escenarios para el país como consecuencia de la pandemia.
Según la especialista, el primer escenario sería hacer más de los mismo. Es decir, que continúe aplicándose la receta neoliberal de inversión con crecimiento. Una receta que han aplicado la mayoría de países de América Latina y del mundo. Dudo que esto se produzca. Un informe económico del “New York Times” del 12 de junio sostiene que esta crisis que ha ocasionado el COVID-19 reveló “el barniz de progreso económico [del] Perú, y expuso la desigualdad y la corrupción fuertemente arraigadas que han obstaculizado la respuesta a la pandemia”.
PARA SUSCRIPTORES: En deuda con el país, por Juan José Garrido
Insistir en el modelo neoliberal que nos ha regido será imposible, porque el coronavirus desnudó una realidad: la economía dependiente de la inversión, el crecimiento, la ganancia y el beneficio no ha funcionado, al menos no para el 70% de la población que trabaja en la informalidad. En el fondo, ese “empresariado popular” vive en una economía de subsistencia. La situación es hoy más problemática por el aumento del desempleo y porque muchas empresas no podrán recuperarse. Además, el crecimiento no es eterno; tiene límites. Es cierto que hubo crecimiento, pero este no fue suficiente para aguantar el impacto de la pandemia, como ha sucedido en otros países, incluso en los más desarrollados.
El segundo escenario sería uno en el que los actores políticos colaboren de manera proactiva. De esta manera, podrían mejorar la economía, equilibrando el interés particular con el interés común. Podría haber un Estado de derecho autónomo de los grupos de poder y con la firme intención de reactivar el Acuerdo Nacional, con objetivos claros y bajo la vigilancia ciudadana. Se podría impulsar una verdadera economía social de mercado, una gran integración para superar el racismo, la xenofobia, la homofobia y el machismo. Esto sería ideal, aunque también difícil de alcanzar porque deberíamos superar en el corto plazo prejuicios con siglos de arraigo.
Pero la politóloga canadiense plantea un tercer escenario: la de un Perú fragmentado. Este es más real que los anteriores, porque en gran parte ya estamos fragmentados. Pinnington dice: “[En este escenario], estos poderes, que son más locales o que tienen legitimidad por diferentes razones, vuelven a tener legitimidad en su propio contexto o geografía. Lo que ello produce es un país mucho más fragmentado, con menos intercambio político”. Esto podría cambiar a través de una profunda transformación del Estado-nación eurocentrista dominante a uno multinacional. Existen países que han logrado este objetivo: Canadá, Suiza, Nueva Zelanda y Bolivia. Lograr, como sostiene el sociólogo Boaventura de Sousa, que “la nación cívica (el Estado-nación) pueda coexistir con varias naciones culturales dentro del mismo espacio geopolítico”. Esta reforma es urgente porque constituiría un empoderamiento de los pueblos olvidados del Perú.
Finalmente, el cuarto escenario sería el de un Perú autoritario. Una tendencia que viene dándose en algunos países de la región y del mundo. Ojalá no suceda.
Por el bien de nuestra patria, abrigo la esperanza de que podamos constituir una sociedad democrática, representativa, participativa y comunal. Una sociedad libre, justa e igualitaria. Una república social, laica y multinacional, en armonía con la naturaleza, lo que no implica rechazar el capital, pero en donde el progreso no esté regido por relaciones capitalistas globales. Una economía pluralista que garantice la propiedad privada y social. Educación y salud de calidad. Acceso pleno a la cultura. Una economía en donde la concurrencia y las desigualdades retrocedan ante la cooperación, y donde la democracia controle el reparto de los beneficios derivados de la producción.
Una sociedad con higiene física y mental, donde reine la alteridad, una ética humanista y la liberación de todos los prejuicios que nos atan. Y sobre todo, la erradicación del peor flagelo: el de la pobreza.
Si usted cree que esto es utópico no olvide que gran parte de la historia está hecha de utopías.