El otro día salí a caminar por el paseo frente al mar de Miami Beach, y me sorprendió escuchar algo que no había oído allí en varios meses: música.
La música salía del bar junto a la piscina de uno de los hoteles que han reabierto al público en días recientes. Solo había cuatro personas en el bar, que parecían bastante solitarias comparadas con las bulliciosas muchedumbres que antes llenaban los restaurantes con vista al mar de Miami Beach. Y los cuatro no guardaban mucha distancia, ni usaban máscaras faciales.
La escena me hizo preguntarme si el presidente Trump y los mandatarios de México y varios países sudamericanos están haciendo bien en reabrir sus economías sin liderar simultáneamente campañas gubernamentales mucho más enérgicas para hacer cumplir el distanciamiento social y otras medidas sanitarias.
No hay duda de que hay que empezar a reactivar nuestras economías. Hay millones de nuevos desempleados y Trump y otros presidentes tienen razón en que no podemos dejar que la gente se muera de hambre.
¿Pero estamos reabriendo las economías de la manera correcta? ¿O, en el caso de Estados Unidos, nos estamos dejando apurar por Trump y su afán de lograr una reactivación económica mayúscula antes de las elecciones?
En lo que constituye un dato escandaloso para la mayor economía del mundo, más de 110.000 estadounidenses ya han muerto de COVID-19. Estados Unidos tiene solo el 4% de la población mundial y el 28% de las muertes de COVID-19 a escala global.
Le hice estas preguntas a uno de los médicos más conocidos de Estados Unidos, Eric Topol.
Me dijo que Estados Unidos está coqueteando con una segunda ola de COVID-19, porque la primera ola en curso “nunca fue suprimida adecuadamente”.
En Estados Unidos, no hemos aprovechado la cuarentena de la población para armar un sistema de pruebas, seguimiento de contactos y la instalación de equipos. “Entonces, vamos a tener problemas. Vamos a tener que cerrar la economía de nuevo”, me dijo.
Topol agregó: “En California, donde vivo, los casos de COVID-19 se están disparando desde que comenzó la reapertura económica. Probablemente tendremos que volver a una cuarentena”.
Cuando le pregunte qué habría que hacer, además de crear un mejor sistema de pruebas y rastreo, Topol dijo que deberíamos concentrarnos en evitar los contagios de COVID-19 en iglesias, hogares de ancianos y otros lugares cerrados que sabemos que son un terreno fértil para la propagación del virus.
En lugar de eso, “tenemos a nuestro presidente ordenando que las iglesias estén abiertas”, dijo.
Mi conclusión es que hay que reabrir la economía, pero en muchos países la reapertura debe venir de la mano de una cruzada presidencial mucho más convincente para educar al público sobre la necesidad de usar máscaras faciales, mantener el distanciamiento social y evitar multitudes. En lugar de predicar con el ejemplo, Trump está haciendo lo contrario.
En vez de usar una máscara facial en público, mantenerse alejado de otras personas e instar constantemente a la gente a que mantenga el distanciamiento social, Trump parece solo interesado en reactivar la economía a tiempo para las elecciones de noviembre.
“¡Liberen Michigan!”, “¡Liberen Virginia!”, tuiteó Trump el 17 de abril, cuando los gobernadores se resistían a reabrir las economías de sus estados tan temprano. Ahora, Trump quiere hacer su discurso de nominación para la reelección en agosto en un estadio con decenas de miles de personas, y ha dicho: “No podemos hacer distanciamiento social [en la convención republicana]”, según informa “The Washington Post”.
Sí, hay que reabrir la economía. Pero a menos que Trump y otros presidentes comiencen a liderar con el ejemplo, usando una máscara facial y alentando a la gente a cambiar nuestro comportamiento colectivo, en lugar de contradecir a los científicos, me temo que pronto vamos a arriesgar una segunda ola de COVID-19 que puede matar a mucha más gente, y obligar a un nuevo cierre de la economía.
–Glosado y editado–
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