¿Qué es la democracia?, por Fernando de Trazegnies
¿Qué es la democracia?, por Fernando de Trazegnies
Fernando de Trazegnies

Durante los últimos meses, hemos vivido una situación políticamente indecorosa. Lo que debía ser una fiesta de la democracia en la que todos los peruanos actúen con la mayor decencia y con sano entusiasmo para lograr lo mejor para el Perú, se convirtió en un espectáculo inusitado –y triste– en el que, en medio de su desesperación por llegar a la presidencia, algunos candidatos recurrieron a la trampa presentando como propios libros escritos por otra persona, a la mentira atribuyendo al enemigo situaciones falsas, al recurso infantil de mentarle la madre –en este caso, el padre– al competidor en la elección, a la burla y al insulto. Se basureó al candidato contrario para intentar –sin poder lograrlo– destruir su imagen e impulsó a los electores para que voten en contra del candidato opositor sobre la base de hechos que no tienen relación con el candidato mismo, sino, en todo caso, estrictamente con personas de su familia.

No, realmente estas elecciones no han sido precisamente una fiesta democrática. Más bien nos han presentado una democracia enferma, donde lo que prima no es el Perú, sino las ganas de ser presidente; y quien juega mejor con esas ganas logra su propósito. Una elección auténticamente democrática presupone, por cierto, una discusión entre dos o más puntos de vista, según el número de candidatos que pretenden ser el camino para mejorar al Perú, para hacer vivir en paz a los peruanos en general y para organizar las cosas de manera que todos salgan ganando. 

Sin embargo, los términos que se utilizaron en esta campaña no fueron los de una sana y amistosa controversia, sino un esfuerzo para desprestigiar al contrario que había tenido una votación más alta en las últimas encuestas. Y realmente, las cosas que se han dicho no solo perjudican al candidato atacado, sino que rebotan en el candidato atacante, haciéndole perder su prestigio, destruyendo la idea de que se trataba de un candidato sereno, con altura para manejar un país de muchas facetas. 

No cabe duda de que las elecciones de la segunda vuelta fueron aun más hostiles y desvergonzadas que las de la primera vuelta. Las referencias a una persona en particular –y, sobre todo, si son mentira– envenenaron el aire de Lima. Y eso no es todo. Además se organizaron manifestaciones presuntamente populares, con mucho grito y fanatismo, no a favor de un candidato, sino precisamente en su contra. 

Normalmente las manifestaciones populares en época de elecciones son para apoyar a uno de los candidatos. Sin embargo, curiosamente, esta vez fueron para oponerse a un candidato que precisamente llevaba la mayoría de votos en las encuestas. Esto es inusitado porque si no se quiere que salga elegido un determinado candidato, lo normal es que se haga una manifestación en favor de otro candidato de su preferencia. Aquí sucedió lo contrario.

Para comprender mejor estas elecciones presidenciales y sus consecuencias, es preciso tomar en cuenta la realidad profunda de los votos recibidos por quien resultó ganador, esto es, Pedro Pablo Kuczynski (PPK). Es perfectamente sabido, porque fue publicado en todos los diarios, que la candidata del Frente Amplio pidió votar en favor de PPK, pero no para apoyarlo, sino para quitarle votos a Keiko Fujimori. 

Esto es muy importante. Significa que esos votos no son propiamente de PPK y que, por tanto, no lo respaldan como presidente y estadista. En otras palabras, esos electores están tanto en contra de un candidato como del otro; lo que pretenden es tumbar el sistema. Pero ven que ello sería mucho más difícil con Keiko como presidenta que con PPK como gobierno. 

Una semana antes de las elecciones, las encuestas señalaban que PPK traía un número de votos bastante menor que Keiko Fujimori. Y el resultado final de las elecciones fue en favor de PPK… pero solo por la irrisoria suma de unas décimas de punto.

Ahora bien, Verónika Mendoza del Frente Amplio traía 18,79% de los votos y PPK tenía solo el 21,04%. Esto significa que sin el apoyo de ese Frente Amplio, PPK no hubiera podido ganar las elecciones.

¿Qué sucede ahora desde el punto de vista de la democracia? Hay quienes dicen que no es democrático que la oposición tenga 73 congresistas, esto es, una mayoría abrumadora, porque dificulta la actividad del Poder Ejecutivo. Pero esto no es cierto. Cuando el Poder Ejecutivo dispone también del apoyo absoluto del Congreso, la democracia es más difícil y se tiende a un gobierno estatista; en cambio, un Congreso que vea las cosas desde otro ángulo sirve de base para conversaciones y acuerdos políticos dentro de la línea democrática. 

Lo importante ahora es tender puentes de sana conversación entre el Ejecutivo y el Legislativo. Eso requiere limpiar sinceramente las graves ofensas del pasado que nunca debieron tener lugar, pedir disculpas no ante el Perú en general (como se ha propuesto), sino ante la lideresa del partido con el que ha disputado y que es la persona a la que más y más graves ofensas le han sido aplicadas con frases impertinentes e insultantes. Si se logra ese entendimiento, quizá llegaremos a tener una auténtica democracia en la que todos contribuyan a hacer del Perú un país que se preocupa de su pueblo y realmente cree que el impulso económico terminará de limpiarlo de la pobreza.