Súbitamente, esta semana la política se volvió un asunto familiar. fue a Trujillo para formalizar el inicio de las negociaciones de un contrato entre el Perú y Canadá, después de siete años de espera para la tercera etapa del proyecto Chavimochic. Todavía no hay nada concreto, pero sí una ruta. No había pierde, podía asociar su nombre con un hecho importante. Pero no. A falta de opositores, decidió jalarse ella misma de las mechas.

“Seguiremos, ingeniero , gobernador de La Libertad, seguiremos abrazando los sueños y la esperanza de su pueblo que lo eligió. Usted es el papá de La Libertad; yo soy la mamá de todo el Perú”.

Hay que ser justos con Acuña, él es totalmente ajeno a la desatinada frase. Una que solo ha servido para generar memes y enfilar burlonas frases contra ella: “Más bien, madrastra”, “me declaro huérfana” y, en las versiones más duras, “mató a 49 de sus hijos”. Y Chavimochic III salió de la foto. Otra absurda metida de pata que se suma a demasiadas previas como para aconsejarle que siempre lea o, de haber sido idea de algún asesor, despedirlo en el acto.

La Libertad está de malas, porque otra familia la ha puesto en demasía en escena por el grave problema de inseguridad que atraviesa. La respetada doña Peta, madre de Paolo Guerrero, recibió mensajes extorsivos ni bien este firmó por el club César Vallejo. Pese a que aparentemente habrían sido generados en Lima, el hijo quiso romper el contrato y, dado que la telenovela fue larga, no se ha hecho otra cosa que hablar de la violencia en Trujillo. El final feliz en lo deportivo para el “papá de los liberteños” no acaba per se con la estigmatización de sus “hijos”. Debiera él, por lo tanto, concentrarse en que el estado de emergencia por 60 días no sea la repetición de lo que ya fracasó en Lima, como muchos tememos que va a ser.

En otra familia con importancia política, la de los –su indiscutido patriarca– saltó a la palestra y habló en tono de “la voz autorizada soy yo”, con afirmaciones que complican a su hija y a Fuerza Popular. Primero, por las apreciaciones que hizo sobre Montesinos: “Cada persona comete sus errores. [...] Él ha trabajado en inteligencia y en inteligencia lo hizo bien [...], al final un poco se mareó. Lo mareó el dinero”. Después de décadas en las que el fujimorismo ha buscado distanciarse de Montesinos, lo dicho no ayuda.

Pero más complicados todavía –porque influyen en el futuro– fueron sus comentarios sobre Dina Boluarte: “La presidenta va a continuar hasta el 2026, por lo menos Fuerza Popular y el fujimorismo así lo han acordado”. Es que, si hay alguna política que genera más resistencias que su hija Keiko (perder con alguien tan ínfimo como Pedro Castillo fue confirmatorio), esa es “mamá Dina”. Si asociarse con el gobierno que termina es una receta para la derrota electoral, hacer pública su cercanía a Dina y a su 8% de aprobación en las encuestas parece suicida. Falta mucho para el 2026, pero las declaraciones del patriarca no serán olvidadas. Por el contrario, serán repetidas y repetidas por sus opositores ‘ad infinitum’.

Coda: Jaime Villanueva ha seguido disparando a diestra y siniestra. Extraña el contenido de muchos de sus dichos porque no tienen mucho que ver con conseguir ser colaborador eficaz en el Caso . Da la impresión de un hombre que se dice a sí mismo: “Se me estropeó la vida, pues que les pase lo mismo a todos”. Y lo está consiguiendo, ya que, a la velocidad a la que avanza la justicia, pasarán años antes de que sus dichos sean corroborados o desvirtuados. Lo que sí parece haber logrado es terminar de hundir a la fiscal Benavides llevándose a la vez de encuentro a la Junta Nacional de Justicia, dado que dos de sus miembros hicieron posible, con notas sospechosamente infladas a su favor, que pudiese ser fiscal suprema. Resultaron ser –ella y ellos– enemigos íntimos, y se hundieron juntos.

Carlos Basombrío Iglesias es Analista político y experto en temas de seguridad

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