Ha agitado las encuestas el candidato de Alianza para el Progreso (APP), César Acuña. Su candidatura vino creciendo en las preferencias y se disputa el segundo lugar con Pedro Pablo Kuczynski, de Peruanos por el Kambio (PPK).
Es curioso que dos personas con patrimonio millonario disputen el segundo lugar en las encuestas. “Es lo único que me falta en la vida” dijo, más o menos, César Acuña, en la última edición de CADE.
La diferencia del origen de sus fortunas tiene mucho que ver con la diferencia del impacto electoral. Kuczynski se hizo desde abajo, gracias a un talento innato y una buena educación. Usó su experiencia de gobierno, desde muy joven, para desarrollar contactos internacionales y asesorar sobre oportunidades de negocios.
Acuña empezó dando clases, hizo una academia y luego una universidad. Captó el interés de los jóvenes por acceder a un certificado de educación superior y lo convirtió en un muy buen negocio.
Kuczynski no ha establecido corredores entre sus negocios, su patrimonio y su campaña electoral. Acuña, más bien, ha hecho de esos corredores la base de su postulación.
De la Universidad César Vallejo han salido varios de los candidatos en sus listas y varios de los miembros de sus equipos de campaña. Las cuentas entre sus universidades y su campaña son enredadas y opacas. De hecho, ha utilizado y utiliza publicidad de la universidad a favor de su imagen personal, en pleno proceso electoral.
Hasta ahora se propala un spot publicitario de la universidad que dice, más o menos, lo siguiente: ‘Acuña fue pobre, estudió y se hizo millonario. Si tú estudias en la UCV [donde él no estudió], serás millonario como él’.
Sería difícil que Kuczynski utilizara las empresas que asesora en favor de su campaña. Difícil o no, no lo ha hecho. Algo que tampoco ha hecho (y esto es defecto, más que virtud) es dar a conocer la relación de sus padres con la población peruana.
Su padre fue un médico que, pudiendo asegurarse una buena posición económica, se dedicó a hacer mucha ayuda social en el interior del país. Fue clave en la mejora del leprosorio de San Pablo, en Iquitos, por ejemplo.
El candidato de PPK parece ligeramente más sofisticado, frente al candidato de APP, que aparece como más criollo. No es un asunto de biotipo, sino de acciones.
Kuczynski tiene el problema de la ciudadanía norteamericana. Ha hecho gestiones y ha logrado obtener una visa en su pasaporte peruano. No ha mostrado, sin embargo, un documento que confirme su renuncia a la nacionalidad norteamericana.
César Acuña dijo que vivía en San Juan de Lurigancho y ya se sabe que en su dirección solo hay un garaje y un cuarto precario, donde obviamente no vive. Su respuesta es, más o menos así: “Votaré en San Juan de Lurigancho porque eso dice mi DNI”.
Lamentablemente, en el tema de los documentos, ninguno de estos candidatos ha sido claro, transparente y contundente. Tengo más dudas sobre el manejo de fondos en la campaña de César Acuña. Sin embargo, detectar un solo truco en la información me hace desconfiar.
Acuña tiene todavía mucho por explicar de su campaña electoral en Trujillo. Dijo que no tenía una relación sentimental con una funcionaria que manejó fondos y sí la tenía. Si el candidato no es transparente en el manejo de dinero público municipal, no cabe esperar que eso cambie a escala presidencial.
El elector peruano quisiera saber la verdad. Estamos demasiado acostumbrados al engaño. Por eso hay gran desconfianza y por eso se busca una figura nueva. PPK y Acuña no son nuevos, pero tienen todavía mucho que explicar.