Juan José Marthans

Hoy más que nunca, el empresariado peruano debe tomar conciencia de que el desempeño del crecimiento de nuestro y la dinámica inflacionaria dependerán cada vez más de elementos asociados al acontecer geopolítico internacional y, adicionalmente, a la ocurrencia de potenciales desbalances en nuestro entorno sociopolítico. En dicho escenario, debemos incorporar una visión más holística para explicar el comportamiento de las ventas, órdenes de compra, producción y comercialización, entre otros.

En el contexto internacional, por ejemplo, quedó demostrado que bastaba que se afecte la cadena de suministro internacional para que las cotizaciones de los fletes y los precios de la energía y granos muestren un alza que desencadene una escalada inflacionaria a nivel global, regional y peruana. Luego de ello, bastó que estas cotizaciones tiendan a retraerse, luego del COVID-19, para que la inflación también lo haga. Aunque con otra naturaleza, hoy la volatilidad internacional también podría generarse como resultado de las próximas elecciones en Estados Unidos; de ganar Donald Trump, el cierre relativo de su traería secuelas en la dinámica inflacionaria y comercial globales. Algo similar podría ocurrir en caso se suscite la acentuación de las diferencias entre Israel y Palestina, China y Taiwán, Ucrania y Rusia. Hoy más que nunca estamos sujetos a potenciales choques externos.

Por el lado interno, los peruanos hemos experimentado el impacto del desorden político y las manifestaciones sociales sobre el comportamiento de nuestro PBI. Ellos generaron la destrucción de parte de nuestra infraestructura, acentuaron la desaceleración de nuestro crecimiento y retroalimentaron la volatilidad de nuestra misma inflación. En la actual coyuntura un potencial choque de oferta similar al que experimentamos a inicios del 2023 no puede ser descartado y, peor aún, sus secuelas podrían acentuarse dada la creciente inseguridad ciudadana.

En el posible entorno en cuestión, lo inteligente para el empresariado debe ser afinar escenarios relacionados con la posible ocurrencia de los problemas de orden externo e interno. Todos estos elementos tienen una naturaleza imprevisible y/o recurrente y todos ellos afectarían, en mayor o menor medida, el desempeño de nuestras empresas. En caso de ocurrir cualquiera de ellos debemos estar premunidos.

En los próximos años se debe poner especial énfasis en desarrollar acciones de prevención. Los planes de contingencia son esenciales, más aún cuando pronto enfrentaremos una nueva experiencia electoral marcada por una interrogante: ¿quién será el nuevo presidente y qué capacidad tendrá para enfrentar los desafíos estructurales que demanda nuestro país? Sin institucionalidad, sin adecuadas reformas estructurales, sin calidad del sector público, sin infraestructura, el reto será grande al 2026.

Alguien dirá que no debemos exagerar porque ya nos estamos recuperando. Pues bien, aunque existen señales que apuntan a cierta recuperación económica, lo que tenemos hasta hoy, seamos sinceros, es un mero “rebote”. Las cifras del primer semestre del 2024 son contundentes. La inversión privada no ha crecido nada, aún no se reactiva. Mientras el crecimiento del PBI no se sustente en el crecimiento sólido de la inversión, la posibilidad de que el “rebote económico” se convierta en crecimiento no será clara y contundente. Más aún, en la reciente publicación del Marco Macroeconómico Multianual 2025-2028 el mismo MEF ha proyectado un crecimiento del PBI al 2028 que no superaría el magro 3% anual en promedio. Cuidado.

En conclusión, debemos estar muy pendientes del acontecer internacional y del desempeño sociopolítico del y, con ello, pegarnos más a la construcción en detalle de planes de contingencia. El entorno no será fácil de sortear. Sin embargo, también debemos ser conscientes de que nuestras fortalezas macroeconómicas se mantienen y que no debemos bajar la guardia frente a estos desafíos. Hemos enfrentado con éxito mil problemas en el país. Saldremos de este si mantenemos los ojos abiertos.




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Juan José Marthans es Economista del PAD - Escuela de Dirección de la Universidad de Piura.