La política, como cualquier evento moderno, se ha rendido hace mucho a la civilización del espectáculo. Por eso, las últimas campañas políticas han sido formas de show donde la estrella era el candidato o el líder. Que un candidato supiera bailar, cantar y hacer reír han sido considerados puntos mediáticos a su favor. Entre nosotros, algunas de las elecciones pasadas incluyeron sesiones de reggaetón, pequeñas orquestas, algunas canciones compuestas especialmente para los candidatos (como esa que repetía “chino, chino, chino”) y, por supuesto, episodios inesperados. Uno de ellos fue el paso de una desafortunada paloma que se posó en la cabeza de Alan García en un mitin, ganando sus 15 segundos de fama.
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