A propósito de los siete premios Óscar –de las 11 nominaciones que tuvo– recibidos por la película “Todo en todas partes al mismo tiempo”, sobre una historia en torno a la posibilidad de vivir en distintos escenarios –probables– paralelos, surge la inquietud de saber por qué se ha puesto tan de moda empezar a hablar de esa posibilidad o, lo que es lo mismo, empezar a hablar más de lo que se conoce como un ‘multiverso’.
¿Por qué es tendencia el asunto del multiverso al punto que se le otorgan varios premios de la academia a una película con este tema?
Explicar qué es un multiverso exige traer a la mesa algunos conceptos de física cuántica e, incluso, de filosofía existencial, pues afirmar que existen otros universos –con sus propias leyes y complejidades– en los que cada uno de nosotros se convierte en una versión distinta de lo que es hoy –o lo que fue– hace referencia necesariamente a teorías como las del llamado Big Bang, entre otras.
Por ejemplo, si asumimos, tal y como esa teoría lo plantea –en una versión muy simplificada–, que en algún momento de la historia de nuestro planeta el universo creció de una manera exponencial hasta reventar, también podríamos asumir que algunas partes del espacio-tiempo se expandieron más rápidamente que otras y eso habría producido una especie de burbujas en las que encontramos universos paralelos al nuestro, con sus propios cánones físicos.
Siguiendo con el supuesto, en esos otros universos paralelos podríamos tener características físicas o psicológicas distintas, tal y como la película sugiere (esos dedos gigantes de las manos, por ejemplo).
En cuanto al enfoque filosófico que le podemos dar al multiverso, este definitivamente tiene que ver con la metafísica o el estudio de la naturaleza de la realidad. El multiverso se vincula con lo metafísico, pues parece abrir las puertas a una idea moderna asociada con Platón y Descartes. A saber, la idea de que nuestras experiencias sensibles son engañosas y que, en consecuencia, la realidad como la conocemos bien podría ser más cercana a un sueño o a una ilusión que a lo que percibimos.
Pero los temas vinculados con el multiverso no solo son asuntos de disciplinas humanas o científicas: el multiverso es el futuro de la digitalización.
De ello no hay grandes dudas. Por eso, los cuatro gigantes del ‘Big Tech’ (Facebook, Apple, Google y Amazon) están dirigiendo sus recursos al desarrollo de tecnologías relacionadas con esa aproximación. Es decir, la posibilidad de regalarnos la capacidad de ser otros y de interactuar en otros mundos gracias al uso de aditamentos –como lentes de realidad virtual, guantes hipersensibles, entre otros– que simulan distintas realidades en las que también podemos ‘vivir’. ¿Se acuerda de esa otra película llamada “Matrix” y del juego entre la realidad y la simulación, según tomemos una pastilla roja o una pastilla azul?
El multiverso digital está más cerca del que nos plantea la física cuántica y nos enfrenta al desafío de llevar a límites insospechados lo que conocemos como convivencia humana.
Así como unas semanas atrás planteamos aquí los desafíos que una tecnología tan disruptiva como la inteligencia artificial podría suponer para sociedades como la peruana, entender qué es el multiverso no solo es un tema de moda, sino de curiosidad tecnológica, pues, más tarde que temprano, nos vamos a enfrentar con realidades creadas en las que también tendremos cosas que hacer.
¿O ya se olvidó de esas reuniones virtuales vía Zoom en las que se puede simular estar en otro lugar cambiando la imagen de fondo de su cámara? Una precaria forma de multiverso está ahí, y se vienen más.