Sofía Salazar

Cuatro décadas han transcurrido entre 1983 y el 2023, pero el panorama para la región Piura sigue siendo exactamente el mismo: calles inundadas, poblaciones aisladas, ríos desbordados, carreteras bloqueadas y cientos de viviendas afectadas. Los piuranos mantenemos año a año la esperanza de no repetir la misma historia que causan los fenómenos naturales como , de ya no contabilizar nuevamente miles de damnificados y seguir registrando decenas de fallecidos.

Con el pasar de las horas, los piuranos vivimos nuevamente el minuto a minuto de la falta de prevención, de la desidia, de la dejadez de nuestras autoridades y de la excesiva incapacidad en la buena gestión de recursos asignados para las épocas de lluvias. Al parecer, la lección no se ha aprendido desde hace más de 40 años: ni por la población, con la elección de sus autoridades, ni con la gestiones municipales y regionales que resultaron elegidas.

Cuando El Niño costero azotó la región en el 2017, un faro de esperanza alumbró a los piuranos con el anuncio de la creación de la Autoridad para la con Cambios (ARCC) y fue en el 2022 que recibieron un presupuesto de más de S/8.000 millones anunciado por la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) para continuar con la recuperación de la infraestructura afectada seis años atrás.

Sin embargo, no nos hemos movido: ni reconstrucción ni ningún cambio; y ahora es el ciclón Yaku el que nos causa los estragos de una tragedia repetida y anunciada cargada de malas noticias y lamentos tardíos para nuestro norte.

Ante un Estado inactivo, indiferente e irresponsable, hemos vuelto al punto de partida, y aunque seguimos sin salir del círculo vicioso de no estar listos, es importante y válido repetirse la misma pregunta: ¿Qué debemos hacer para estarlo?

Desde el lado de nuestras autoridades, una gran sugerencia: apliquen un plan de acción regional efectivo e inmediato que incluya la construcción de infraestructura resistente y segura, especialmente en las zonas por donde discurre el río, refuercen y realicen el mantenimiento de los cimientos de nuestros puentes y, por último, los piuranos necesitamos a gritos un buen drenaje pluvial urgente.

Desde nuestro lado como ciudadanos: creemos planes de acción en familia como la preparación de suministros de alimentos y agua. Debemos conocer en nuestra localidad cuáles son las diferentes rutas de evacuación. Revisemos las instalaciones e infraestructuras, grietas o manchas de humedad de nuestro hogar que son señales de debilitamiento y que deben reforzarse. Aunque estas medidas son tardías debido a la coyuntura, siempre es bueno mantenerlas presentes, pues la época de lluvias se repite anualmente.

Y, como dato extra a la ciudadanía, no dejemos que vuelvan al poder autoridades como el exgobernador regional Reynaldo Hilbck, que utilizó menos del 3% de los S/23 millones que se destinaron para la prevención de los desastres que ocasionaría el fenómeno de El Niño, según información del Ministerio de Economía y Finanzas.

Aunque ahora nuestra región se vea hundida, el piurano siempre ha sabido resurgir. Pero ¿quién nos ayudará con la incapacidad y la tardía acción de nuestras autoridades?

Pensemos mejor, tomemos mejores decisiones y dejemos de contar damnificados.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Sofía Salazar es periodista regional de Página en Blanco

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