"La verdad es que no hay ninguna razón para sostener que en la primera vuelta hubo fraude y tampoco que los organismos electorales estén parcializados por alguna candidatura". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"La verdad es que no hay ninguna razón para sostener que en la primera vuelta hubo fraude y tampoco que los organismos electorales estén parcializados por alguna candidatura". (Ilustración: Giovanni Tazza)

El primer escenario es el más obvio y el más posible. En este se ratifica lo visto a lo largo de toda la segunda vuelta en que ha estado por encima de . Adicionalmente, como muestra el último simulacro de Ipsos, se confirma que la tendencia a subir de esta se había estancado.

¿Qué podría cambiar?

En términos de lo que hagan o dejen de hacer los candidatos está el efecto de los dos debates. El de técnicos, aún no medido; y, el más importante, el último y definitivo, el del domingo próximo.

En este –y usando a los protagonistas del debate previo como referencia–, si Castillo polemiza como lo hizo Juan Pari en temas de economía y reducción de la pobreza y, de su lado, Fujimori como Luis Carranza, ella arrastraría votos claves a su favor. También lo haría si su pie a tierra fuera como el de Bruce debatiendo sobre infraestructura frente a Andrés Alencastre, un académico respetable, pero que no pudo aterrizar en ningún momento.

Si, en cambio, Castillo lo hiciera como Hernando Zeballos en el tema de salud y manejo de la pandemia, y Fujimori como José Recoba, un dechado de inconsistencias, el profesor no perdería votos.

El segundo escenario posible, aunque menos probable, es que Fujimori logre revertir las tendencias y ganar. Más que en los votos del propio Castillo, de donde creo que a estas alturas casi nada puede conseguir, están los votos de los que dicen que aún no han decidido y de los que anuncian que votarán en blanco o nulo.

En la más reciente encuesta de IEP en Lima/Callao, que concentra a más del 40% de los electores, el 20,3% (aproximadamente 1.700.000 votantes) se encuentra en la situación descrita. Lo mismo en el norte, que con el 22,9% es, además de Lima, la región con más votantes, y donde los que no han escogido candidato son más que en la capital (23,6%); a saber, alrededor de 1.300.000 electores.

El inmenso bolsón aún en disputa se confirma en la encuesta de Datum, donde el 17% está pensando aún su voto y el 4% ni siquiera lo ha pensado. En esa condición estarían más de 5 millones de ciudadanos.

¿Puede atraer Keiko Fujimori a parte de esos votantes y ganarle a Castillo? No es seguro. Lo podría conseguir quizá con una mucho mayor “desfujimorización” de su campaña y garantías mucho más concretas de respeto a la independencia de poderes, muy en especial del Poder Judicial. ¿Más?, nos dirán sus incondicionales. Sí, la desconfianza es justificadamente enorme.

El tercer escenario es extremadamente peligroso. En ese, el 7 de junio amanece con dos candidatos que se reclaman vencedores y, dada la diferencia tan pequeña, habrá que esperar varios días a conocer los resultados oficiales.

Los días siguientes serían de una tensión enorme. Y ya hay movidas muy peligrosas para descalificar a los titulares del JNE de un lado y, del otro, al jefe de la ONPE.

Vladimir Cerrón escribió en un tuit después del debate de Chota: “Tras este debate la distancia se amplía, si esto no se refleja en las encuestas y presentan un empate técnico o lo contrario, estaremos asistiendo al preámbulo de un fraude. El pueblo es testigo”.

Rafael López Aliaga, también vía Twitter, y ante la decisión del JNE de declarar infundado el pedido de revisión de todas las actas electorales de Renovación Popular, sostiene: “¿Qué hacemos para ejecutar justicia? ¿Qué seguridad tenemos de elecciones limpias?” Y, más abajo, el candidato concluye: “nos robaron las elecciones”.

La verdad es que no hay ninguna razón para sostener que en la primera vuelta hubo fraude y tampoco que los organismos electorales estén parcializados por alguna candidatura.

Pero es tal la polarización en el país que no podemos descartar que los que se autodenominan “representantes del pueblo” lo convoquen a las calles para impedir que les “roben” las elecciones. Tampoco que del otro lado le calienten las orejas a las Fuerzas Armadas para intervenir ante el “fraude”.

Lo único que puede salir de esos escenarios es más daño al país y a su precaria institucionalidad y que se afecte aún más la situación de los peruanos tan golpeados en su salud y economía en el último año.

Sería muy importante un pronunciamiento inequívoco de Pedro Castillo y Keiko Fujimori señalando que, de darse resultados muy estrechos, esperarán hasta que se cuente el ultimo voto y se valide la última acta antes de proclamar victoria. Si realmente quieren tanto al Perú como proclaman en sus campañas, no les debiera costar hacerlo.

Coda: mi solidaridad con las víctimas y familiares de los 16 compatriotas (entre ellos, cuatro menores de edad), asesinados por el Militarizado Partido Comunista del Perú en el Vizcatán del Ene, donde estos dobletean como narcotraficantes. Que no haya perdón alguno para los asesinos.

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