El salto en las encuestas permite al candidato o candidata atraer la atención de la prensa y los votantes. Hoy vemos muchas especulaciones sobre las posibilidades de Yonhy Lescano y Rafael López Aliaga, los dos candidatos que crecieron durante febrero. Si bien son subidas pequeñas comparadas con otras elecciones, son relevantes por su posición frente a rivales estancados o en caída.
Cuando veo las predicciones respecto a que ambos podrían estar en segunda vuelta, me viene a la memoria el caso de César Acuña el 2016. Acuña saltó en diciembre del 2015 a 13% de intención de voto (Ipsos), tercero después de Keiko Fujimori (33%) y Pedro Pablo Kuczynski (17%). De inmediato se dieron una serie de interpretaciones que predecían un contendor de peso. Supuestamente, Acuña representaba el nuevo Perú emprendedor, una derecha popular intuitiva. El resultado del crecimiento de los 2000 nos había vuelto pragmáticos: casi que el nuevo Perú era Acuña.
El tiempo mostró que era demasiada teoría para tan poco crecimiento. Seguro hay espacio para un voto popular, pragmático, de derecha. Pero Acuña me parecía (y me parece) un mal candidato, con enormes dificultades para transmitir un mensaje que entusiasme. Los meses siguientes fue cayendo, pasando a 6% a fines de febrero (Ipsos) antes de ser retirado de la carrera. Las predicciones fueron exageradas. Pero claro, en otros casos hemos visto saltos que sí cambiaron la campaña y se acercaron, o llegaron, a segunda vuelta. PPK y Humala en el 2011 o Mendoza en el 2016, por ejemplo.
Entonces, con prudencia e intentando poner en pausa mi opinión crítica sobre estos candidatos, ¿cuáles creo que son sus fortalezas y debilidades? En el caso de Lescano creo que está parado en un espacio atractivo en términos electorales: percibido como crítico en lo económico y conservador en temas morales. Hay además una división que no es menor, aunque desde Lima no la veamos: es un candidato regional, visto como critico del centralismo. Es probable que en la próxima encuesta lo veamos crecer más. De llegar a segunda vuelta, está en buen pie contra candidatos de izquierda o derecha.
Sin embargo, veo dos límites. Uno, el candidato. Entrevista tras entrevista deja claro que no tiene claridad sobre distintos temas. Lo segundo es la impopularidad actual de Acción Popular, debe ser el único candidato que pasa más tiempo peleando con líderes de su partido que con sus rivales. En segunda vuelta le iría bien, lo difícil es asegurar el pase.
López Aliaga tiene a su favor la debilidad de los otros candidatos de derecha. Si se convierte en la carta para impedir que dos candidatos de centro o izquierda lleguen a segunda vuelta, puede ser el “mal menor” de un sector que preferiría alguien menos conservador. Además, tiene recursos para buscar el voto de sectores populares usando temas de mano dura, una intervención más amplia del Estado o promoviendo la agenda de “Con mis hijos no te metas”.
Mi impresión es que también crecerá en la siguiente encuesta. Sin embargo, veo dos límites. Si bien lo económico pesa, el candidato muestra una posición conservadora demasiado dura para sectores más educados. Golpea ya no al enfoque de género, sino a una posición básica de igualdad, promoviendo ideas extremistas sobre el papel de la mujer en la sociedad. Además, aunque sea chiclayano, puede quedar atrapado en el voto pituco limeño, y eso es un límite poderoso. Sus problemas tributarios refuerzan esta imagen de privilegio.
Si bien estas dos opciones tienen potencial para crecer, no significa que sean las únicas. Me parece que hay espacio también a la izquierda; más si sale de sus capillas y obsesiones para buscar a otros votantes. Y, aunque más difícil, el bolsón de indecisos insatisfechos con lo que hay puede todavía crear algo al centro o centro derecha cuyo lema sea “ya qué nos queda”. En abril ustedes podrán leer este texto y resaltar sus aciertos y (muy) probables errores.
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