El desinterés por informarse sobre política es bastante alto en el Perú y podría ser uno de los más elevados en la región. Hoy la población no se siente representada por ninguna autoridad ni por los partidos políticos, lo que resulta en una baja participación en la política. Sin embargo, el calendario electoral de cara al 2026 ya ha comenzado, marcado por el vencimiento del plazo para que los candidatos se afilien a un partido político. Así que, aunque parezca lejano, el proceso ya está en marcha y nada garantiza que los resultados sean distintos a los del 2021.
Según la última encuesta global de Datum y GIA, solo el 24% de los peruanos cree que las elecciones en el país son libres y justas, un porcentaje significativamente inferior al promedio regional (44%), que coincide con los resultados a nivel mundial. Esta cifra no solo refleja desconfianza en el sistema electoral, sino que también es un síntoma de la crisis política que atraviesa el Perú desde hace algunos años.
Los sentimientos predominantes asociados a la política en el Perú son indignación, tristeza y decepción. No hay espacio para emociones positivas como la esperanza o el optimismo, que son esenciales para mantener una democracia vibrante. Se percibe un claro divorcio entre la agenda política y las necesidades y preocupaciones de la ciudadanía. El ejemplo más reciente de esta desconexión se evidenció en la reacción al mensaje a la nación de la presidenta que, a pesar de haber durado más de cinco horas, dejó al 59% de la población con la sensación de que no se dijo nada importante, según la encuesta de Datum-El Comercio publicada el domingo pasado.
La baja participación en la política es una consecuencia directa de este descontento. La desilusión ha llevado a la apatía y muchos peruanos han optado por desconectarse del proceso político en lugar de involucrarse en él. Sin embargo, no todo está perdido. A pesar del desencanto generalizado, una quinta parte de los peruanos estaría dispuesta a participar activamente en la política si se les brindaran las condiciones adecuadas. Esta cifra, aunque pequeña, indica que todavía hay un núcleo de ciudadanos comprometidos que pueden convertirse en agentes de cambio si se les ofrece el apoyo y las oportunidades necesarias.
Para recuperar la confianza en la política y fomentar un activismo ciudadano más robusto es necesario reconocer el problema y afrontarlo de manera distinta, con un enfoque en escuchar y responder a las necesidades reales de la población con mayor transparencia. Existen herramientas que permiten nuevas formas de escuchar los problemas y, al mismo tiempo, promover la participación individual y colectiva. Además, la lucha contra la corrupción debe ser un pilar central, ya que impacta en la autopercepción de los peruanos y en su orgullo por la identidad nacional. Por otro lado, también es importante revitalizar el debate público, especialmente porque son los jóvenes quienes están más alejados de la política. Las nuevas generaciones esperan que se fomente un diálogo inclusivo y consensuado que valore las diversas perspectivas y que involucre a todos los sectores de la sociedad.
Es pronto para preguntar por la intención de voto, pero, aunque algo tarde, es el momento de conectar a la población para que tenga un rol más activo y comprometido en la política. Antes de pensar propiamente en la campaña, las autoridades y los políticos tienen la responsabilidad de recuperar la confianza y la participación en la política. Por ello, la encuesta de Datum-El Comercio que se publicará el próximo domingo buscará ofrecer algunas luces sobre las expectativas con relación al próximo proceso electoral.