La proximidad del cierre del plazo de inscripciones (12 de julio) para postular en las elecciones del 2026 nos ha recordado la desconexión de los con las personas que llevan al poder. Hemos visto cambios de camisetas que eran impensables en el 2021: Edward Málaga (antes del Partido Morado) y Karol Paredes (antes de Acción Popular) firmando con Avanza País, y Cheryl Trigozo (antes de APP) firmando con Renovación Popular.

Al momento de ser elegidos en el 2021, solo 39 congresistas no estaban afiliados a los partidos por los que fueron elegidos. Tres años después, la cifra aumentó a 51. Esto es consecuencia de la apuesta de los partidos por postular en sus listas a personas sin mayor conexión que la electoral: el 43% de los candidatos del 2021 se afilió a un partido en el último mes de plazo.

El desgaste de Perú Libre también ha tenido mucha incidencia en la fragmentación. Existen tres nuevas bancadas ficticias conformadas por disidentes del partido del lápiz. Pero un tema más preocupante son los vacíos partidarios que se han originado en algunas regiones.

En Ayacucho y Moquegua, los actuales congresistas no representan a ningún partido. Es decir, no están afiliados a alguna agrupación partidaria, pues se unieron a grupos distintos al que fueron elegidos o crearon bancadas ficticias que no representan a ningún partido. En Cusco y en Puno, tres de sus cinco representantes no registran afiliación partidaria. En Moquegua ocurre lo mismo con dos de los tres representantes de la región.

Suman cuatro las bancadas ficticias en la actual composición y no se puede descartar el incremento de estos tipos de grupos debido a la fragmentación producida por la elección de la Mesa Directiva y los comicios del 2026.

Es momento de pensar en establecer cambios en el reglamento parlamentario para impedir la creación de bancadas ficticias con nombres que no responden a agrupaciones inscritas formalmente. Por el contrario, se debe orillar a que los congresistas que renuncien a una bancada partidaria solo puedan conformar los denominados grupos parlamentarios mixtos para los fines administrativos que correspondan.

Estos grupos especiales podrán acceder a los beneficios logísticos de bancadas y garantizar la participación de los congresistas en comisiones, aunque sin la oportunidad de presidir los grupos de trabajo ni postular a algún cargo de la Mesa Directiva (esto último ya lo señala el actual reglamento).

De no apuntar al origen del problema, que radica en la facilidad que existe para crear una bancada, pronto estaremos en una situación insostenible con más de 15 grupos parlamentarios y un Congreso incapaz de ponerse de acuerdo más allá de populismos transversales en desmedro de la agenda que necesita el país.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.


Martin Hidalgo Bustamante es jefe Editorial