Miembros del movimiento Black Lives Matter echan a un río una estatua de Edward Colston, traficante de esclavos durante el siglo XVII, en Bristol, Inglaterra, el pasado domingo 7 de junio. (Foto: Ben Birchall/PA via AP).
Miembros del movimiento Black Lives Matter echan a un río una estatua de Edward Colston, traficante de esclavos durante el siglo XVII, en Bristol, Inglaterra, el pasado domingo 7 de junio. (Foto: Ben Birchall/PA via AP).
/ Ben Birchall
Daniela Meneses

La imagen se esparció rápidamente: hace algo más de una semana, en medio de las protestas del movimiento Black Lives Matter en Inglaterra, un grupo de personas tumbó una estatua y la arrojó al agua. La figura representaba a Edward Colston, un traficante de esclavos del siglo XVII que, según cálculos, habría transportado a 80 mil personas desde África hasta América. La de Colston no ha sido la única estatua impactada por las protestas. De hecho, el cuestionamiento a monumentos del pasado no es un fenómeno nuevo ni, por supuesto, exclusivamente inglés. En nuestro continente, solo por dar un ejemplo, ha llegado a implicar a estatuas de Cristóbal Colón.

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