Gestión de intereses
Gestión de intereses

No fue el famoso Charles Wright Mills el primero en sostener que en la democracia hay grupos de poder económico: una élite “no política” que por lo bajo hace política, influye en las autoridades y concentra la riqueza de la nación. Según Mills, esto afecta uno de los principios de la democracia, el de la igualdad. Se trata de una situación que dura hasta ahora y se ha agudizado en este reino ideológico que llamamos neoliberalismo que consagra la “iglesia del mercado”.

En realidad, un siglo antes del ‘descubrimiento’ de Mills, que causó un terremoto político en la Ciencia Política y otras ciencias sociales de los años 50, ya el barón de Tocqueville, en su obra “La democracia en América”, y el estudioso alemán Lorenz von Stein se habían dado cuenta de que en la democracia hay grupos que no son partidos políticos, pero que “presionan” sobre las autoridades para que estas tomen decisiones a favor de sus intereses, por lo general económicos. Años después, al entrar el siglo XX, el ruso Moisei Ostrogorski, en su famosa obra “La democracia y los partidos políticos”, se referiría a estos grupos de interés que presionan sobre los gobiernos y los partidos.

Los intereses que motivan una presión pueden ser de variada índole (desde luego, los más activos son los de interés económico). Por ello, debe conocerse qué tipos de grupos existen en una sociedad. Ellos tienen un poder no estatal, pero buscan y con frecuencia logran que el Estado, o mejor dicho las autoridades elegidas y los funcionarios, tomen decisiones para favorecer sus proyectos económicos inmediatos. Tanto es así que, como sucedió con la empresa Odebrecht, incluso son capaces de tener un sistema de corrupción institucionalizado para alcanzar sus objetivos.

En el Perú son pocos los estudios sobre grupos de poder económico. Se conoce el trabajo de Jorge Bravo Bresani “Gran empresa pequeña nación”, principalmente sobre el poder que tuvo la International Petroleum Company, expropiada durante la revolución militar y reemplazada por la estatal Petro-Perú.

También “El poder económico en el Perú” de Carlos Malpica Silva Santisteban, que nos ofrece una serie de datos y detalles sobre la organización, dinámica y penetración de estos grupos en el Estado para ponerlo a su servicio. Por ejemplo, durante el gobierno de Manuel Prado, se decía que el Ministerio de Hacienda (hoy Economía y Finanzas) era la sucursal de los grupos de poder económico (algo que curiosamente ha renacido ahora con las políticas neoliberales, aunque más que liberales parecen mercantilistas).

Posteriormente, Francisco Durand detecta que de las 12 empresas más importantes del país (que en el primer gobierno de Alan García se les llamó los 12 apóstoles) solo cinco continúan estables y el resto se ha extinguido o debilitado. Continúan estables los grupos Romero, Benavides de la Quintana, Brescia, Ferreyros y Raffo L.D. Holding. El mismo autor precisa que también se han mantenido estables otros grupos que se desarrollaron y expandieron en la década del 90: Graña y Montero, Piazza.

En una obra recientemente publicada, Durand ha detectado nuevos grupos. Aunque persisten algunos grupos llamados tradicionales, otros han desaparecido (Wong, por ejemplo). En la misma lista surgen un número de poderosos con origen provinciano, como los Huancaruna, Acuña, Flores y Añaños. De los vigentes tradicionales, los que más recursos poseen son los Rodríguez Pastor.

No basta abundante dinero para tener poder. Para poseerlo, los grupos deben conectarse, vincularse e influir sobre políticos y funcionarios de las altas esferas del Estado, para que desde allí se tomen decisiones a favor de sus intereses, que no solo consisten en asegurar el negocio, sino hacer predominar su concepción del mundo (ideología) como un valor y un bien universal.

En una entrevista en el programa de televisión en Internet de “Gran angular”, Durand sostiene que estos grupos de poder son una élite que utiliza o ha utilizado “mecanismos legales con la finalidad de capturar el Estado, privatizando las decisiones públicas a su favor”. El predominio del poder económico sobre el poder político, según Durand, ha convertido al Perú en una “república empresarial”.

En el Perú hay dos tipos de poder: el formal-real de las autoridades y el real que utiliza al otro a favor de sus intereses. Ello sucede con los grupos de poder económico, una especie de poder invisible con capacidad de penetrar o controlar algunos ministerios. Se trata, para utilizar un término heredado de la antigua Grecia, de un poder plutocrático.